martes, 1 de mayo de 2012

La flecha de dios

Acabo de terminar de leer La flecha de dios, un libro de Chinua Achebe traducido por Maya García de Vinuesa y publicado por Debolsillo. Este libro es uno más de los Libros de Resistencia que me envió Mariona desde Tamarite de Litera.


No he leído muchos libros de autores africanos. Sí conozco buenas colecciones de cuentos tradicionales (de todo el continente) y también he leído a algunos escritores africanos, pocos (por ejemplo Mia Couto y Juan Tomás Ávila Laurel). Incluso he leído a autores occidentales muy pegados a África (cómo no recordar Ébano, de Ryszard Kapuscinski). Siento una especie de deuda pendiente con esta literatura y este continente, sobre todo después de haber ido en varias ocasiones a contar cuentos y haber vuelto con el corazón tocado por África: su gente, su cultura, sus costumbres, su naturaleza...
Hoy saldo un poco de esa deuda tras haber leído a uno de sus grandes escritores, Chinua Achebe, y uno de sus grandes libros: La flecha de dios, un libro que nos mete en una comunidad africana (a principios del siglo XX) y nos permite vivir entre sus gentes, conociendo sus cuitas y participando de sus días. Una novela que nos zambulle de lleno en la cultura de la oralidad: los cuentos tienen una presencia continua (no es que se cuenten, pero sí se citan y pasan por sus páginas) y la belleza de los diálogos no tiene igual. Pero es que además en este libro podemos ver cómo la cultura occidental va tomando posiciones, adaptándose y ganando terreno mientras las viejas costumbres de las comunidades se tambalean.
La novela me ha encantado. Quizás es preciso dejarse llevar en las primeras páginas hasta que uno entra en la nueva manera de contar, en el enramado de la familia protagonista y en la situación inicial de la novela. Pasadas estas primeras páginas el dibujo (que al principio puede resultar borroso) se perfila y toma forma y uno queda completamente enganchado. Se disfruta de la trama, del ritmo demorado, de los diálogos (maravillosos, maravillosos de verdad), de las intrigas, de los personajes, de las costumbres, de las descripciones, de la magia... Este libro es un hermoso libro, un paseo por las seis aldeas que no podrás olvidar. En verdad un libro poderoso.
Y, como os digo, los cuentos y la oralidad están muy presentes. No en balde Nwaka, gran orador, es llamado "El dueño de las palabras" (p. 70). O cuando los niños juegan a contarse cuentos, como hacen Obiageli y Nkechi (p. 99), aunque también estos cuentos se cantan "yo canto el cuento y vosotros respondéis" (p. 100). O cuando las mujeres están cocinando cuentan cuentos a los niños para que no molesten (p. 258), o los niños ayudan en las tareas para que las mujeres terminen pronto y puedan contar algún cuento (p. 259). En fin, habría muchas más citas que no anoto por no aburrir.
Un libro maravilloso. Una lectura gozosa.
Saludos

1 comentario:

  1. mUY simpátco tu comentario. Yo estoy empezando a leerla y todavía un poco enredada con tantos hijos y tantas esposas y los términos en igbo (la versión que tengo trae un glosario muy pequeño pero en las últimas páginas del libro). Supongo que, como tú dices, uno se va metiendo en el cuento y entendiendo la dinámica de esa sociedad. Este me ha parecido un poco más difícil que los dos anteriores de la trilogía. Saludos

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