Me resulta difícil explicar qué nos cuenta este libro. Podría decir que nos cuenta las historias de Arturo Cifuentes y Antonio Orejudo (el propio autor pasa a ser personaje de la novela), sus historias personales y su historia común en un periodo de tiempo bastante largo de sus vidas; o también podría afirmar que nos habla de la historia de Augusto Desmoines y su hijo y Claudio Castillejos y su hijo; o también podría asegurar que nos habla de la manipulación de la memoria histórica al mismo tiempo que realiza una crítica contundente a la universidad y su funcionamiento. Pero es que también podría afirmar que este libro habla del amor que se diluye, de las parejas que sucumben al paso del tiempo, de las relaciones entre padres e hijos, de las amistades, de la justicia, de la hipocresía...
Esta novela en apenas 240 páginas toca tantos palos y lo hace tan bien que se queda uno deslumbrado. Deslumbrado de principio a fin. Pero procedamos con algo de orden.
El libro tiene tres partes: la primera es el encuentro entre Cifuentes y Orejudo, la segunda es la historia que nos cuenta el propio autor sobre cómo se hizo escritor, y la tercera, titulada "la felicidad del hombre descansado", nos habla de la búsqueda de la justicia (o no), de la verdad (o no), de la felicidad (o no) de los protagonistas. Uno puede pensar, viendo esta armazón, que la novela es compleja, y sí, posiblemente la estructura interna, la edificación de este libro, ha sido ardua, pero la lectura resulta alegre, enganchosa. Insisto, el libro está escrito con un estilo alegre, que se lee con gusto (y sin descanso), y va contando generoso historias que poco a poco se van trenzando y juntas van armando la estructura de una novela muy rica, muy llena de detalles, con personajes muy interesantes y situaciones verosímiles (aun cuando a veces parecen extraordinarias).
Esta novela contiene propuestas interesantes que, desde mi punto de vista, están muy bien manejadas, muy bien encajadas, propuestas como la organización de la novela, la autoficción, la experimentación (reconozco que nunca hasta hoy había leído una novela con un capítulo al modo musical de Hollywood, aunque sí había visto novelas con fotografías, artículos... incluso una partida de nacimiento), etc.
Además de todo esto, el libro tiene unos momentos divertidísimos (más allá de la coleccionista de glandes de escritores famosos... casi me llaman la atención en el avión por las carcajadas cuando he llegado a la parte del Mío Cid y los versos 1801/1802).
En verdad he disfrutado muchísimo leyendo este libro. Quizás me ha tocado de lleno al ser filólogo y al haber pasado cuatro años de becario en un departamento de una universidad. Hay detalles, elementos, sucesos... que me han resultado algo familiares. Y no diré más.
Una lectura maravillosa. Un autor del que ya estoy buscando otros títulos para seguir leyéndolo. Un libro estupendo.
Saludos
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