viernes, 3 de agosto de 2012

De la preparación de sesiones de cuentos para adultos

He estado pensando sobre el modo como he construido las nuevas sesiones de cuentos y me he dado cuenta de que cada una ha ido saliendo de distinta manera. De ello quiero hablar en esta entrada de hoy, sobre como preparo (o he preparado) las sesiones de cuentos para jóvenes y adultos (ojo, jóvenes y adultos, las de niños/as siguen otras pautas distintas).
En los primeros diez-doce años de mi actividad como narrador, las sesiones de cuentos para jóvenes y adultos consistían básicamente en una selección de cuentos propios (es decir, escritos por mí) que elegía porque me interesaba lo que contaban (el fondo) y/o cómo se contaba (la estructura y/o la forma). Así las cosas yo tenía activos unos treinta cuentos (eran más pero básicamente contaba esos treinta), todos míos, y los iba contando allá donde iba en función del público que asistía, o de si había contados unos u otros en sesiones anteriores en ese mismo lugar, o de mi propio interés ese día.
Lo cierto es que dentro de ese grupo de treinta cuentos (cuentos cuyas duraciones oscilaban entre 15 y 45 minutos cada uno) poco a poco se fueron haciendo grupos de una manera "natural", es decir, se hicieron, casi sin querer, sesiones (que agrupaban unos cuentos concretos) por algún tema que, en principio, yo no había pensado o decidido: historias de abuelo-padre-hijo, historias de humor, historias de misterio, etc.
Estos cuentos los tenía escritos (con un lenguaje literario, no oral, casi todos ellos estaban publicados en la revista El Decano) y se armaron oralmente a fuerza de ser contados. Observé que en ese proceso de oralización los textos primero menguaban (se hacían más cortos de lo que preveías), luego crecían (iban experimentando con palabras, abriendo puertas de la historia, probando, deslizándose en la lengua) y finalmente encontraban su extensión adecuada, cómoda. Aunque mantenían un necesario e imprescindible margen de libertad, por eso cada vez que volvían a ser contados ¡¡surgía algo nuevo en cada cuento!!
En ese grupo fueron entrando otros textos que no eran míos, se trataba de textos tradicionales de contenido erótico (no he escrito, hasta ahora, ningún texto erótico para contar: todo lo que cuento son adaptaciones de textos tradicionales) que siempre eran demandados por el público asistente. Fue ahí donde empecé a contar cuentos tradicionales (de Boccaccio, de Chaucer, de autores anónimos, de colecciones de textos tradicionales franceses, españoles, árabes, etc.) y también fue en ese instante cuando comencé a organizar mi Infierno de una manera más cuidadosa (ese es otro tema del que quizás hable en otra ocasión).
Pero fue hace unos seis años donde todo eso cambió, pues organicé mi primera sesión para adultos en la que sólo contaba cuentos tradicionales y que finalmente tuvo el título de "Este cuento vino a mí, vino a mí, vino, a mí".
Suelo leer bastante y todos mis libros de cuentos (que te podrás imaginar, son muchos), están llenos de notas sobre cuentos contables, cambios posibles, oralizaciones, etc., pero no fue hasta esa sesión en la que seleccioné un montón de textos tradicionales (y de los que apenas cuento cinco en hora y media) que no empecé a montar sesiones estructuradas de manera unitaria, con un marco que acogiera a todos los cuentos. Como digo esa fue la primera sesión donde eso sucedía y, aunque el hilo narrativo era bastante débil (cuentos de comer, de beber y de fiesta ;-)), fue un detonante para armar las siguientes sesiones de manera completamente distinta. En este sentido, ver contar a Nicolás Buenaventura Vidal "La guerra de los Cuervos y los Búhos", del Panchatantra, fue totalmente revelador. (Por cierto, ésta y otras sesiones de Nicolás están en su Cuando el hombre es su palabra, imprescindible).
Así, hace un par de años estrené "Cuentos para tres", una sesión estructurada al estilo del Calila e Dimna, donde una historia marco (con mucha presencia) da ocasión a que se cuenten cuentos. A pesar de que la estructura es bastante cerrada, como narrador tengo mucha libertad porque puedo elegir los días que dura el viaje de los protagonistas (lo normal son tres, pero podrían ser más) y los temas que marcan los cuentos que se cuentan cada noche de ese viaje. Esta sesión es, sin lugar a dudas, muy especial para mí, y aunque la estrené en 2010, sólo he podido contarla en cuatro ocasiones (alguna vez más de forma parcial) porque al ser todos cuentos eróticos necesita un público especial. Recuerdo con cariño todas las sesiones: la del estreno en Puerto Lápice, Las Palmas de Gran Canaria (en los cuentos eróticos por los rincones que es como jugar en casa), San Clemente (qué público estupendo) y la de Logroño (en el café La Luna, maravillosa).
Para esta sesión hice algo que no había hecho nunca antes: escribir una especie de guión que me ayudara a recordar la estructura. Ojo, no escribo la historia tal como la cuento, sino que escribo un esquema con los datos más relevantes: temas de cada noche, cuentos de los personajes, etc. Para mí siempre ha sido fundamental que las sesiones se preparen de manera oral: contándolas y contándolas, para que los recursos del texto oral se activen de manera natural y para que no haya un guión demasiado cerrado que bloquee las alas de la palabra dicha: necesito ser libre contando y para contar.
Todo esto viene a cuento porque en estos días estoy terminando de preparar una nueva sesión de cuentos para jóvenes (institutos de secundaria) en la que estoy metiendo cuentos con algo de humor, misterio (y pelín de miedo) y, casi sin darme cuenta, he ido utilizando recursos y estrategias de las diversas maneras de hacer sesiones que he manejado: vuelvo a escribir mis propios textos, la historia marco busca una esencia tradicional, utilizo espacios de ficción que ya he manejado en sesiones anteriores (Selas, mi Macondo particular), manejo recursos organizando la sesión que, por un lado son más complejos pero, por otro, son artificios orales de gran tradición y calado (estrategias clásicas para agrupar historias) y, por último, vuelvo a tirar de cuaderno.


Aquí los tenéis en la foto: un cuadernito pequeño con apenas tres hojas escritas con la estructura básica (esas tres hojas me han costado unos cuatro meses de vueltas y revueltas) y un cuaderno más grande en el que he escrito las historias de manera esquemática (os recuerdo, historias propias) y que en una primera vuelta me han ocupado veintiuna páginas.
Llevo dos semanas dándole al bolígrafo. Se trata NO de escribir un guión tal cual la historia sería contada, sino de escribir los cuentos para que no se me pierda ningún detalle. Ah, y de anotar toda la información que precise (hay mucho que saber cuando se va a hablar de temas que no conoces a fondo, por ejemplo, aquí va este enlace con información sobre una fábrica resinera donde transcurre una parte de la historia).
El proceso sigue: volveré a reescribir todo de nuevo (posiblemente me ocupará más hojas, pues lo anotado es muy esquemático) y, cuando haya terminado, haré un esquema de toda la sesión que no deberá ocupar más de una hoja. Una vez hecho el esquema (y memorizado), empezaré a contármelo (cuando estoy paseando, en la playa, en la cama en esas noches de insomnio, conduciendo...) y cuando "visualice" todas las historias y sienta que están cómodas en mi lengua, será el momento de contarlo al público.
Me queda todavía un agosto de mucho trabajo, pero ya voy viendo la luz.
Saludos

4 comentarios:

  1. Eres formidablemente generoso. Gracias por compartir tanto con todos.

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    1. Bueno, no sé si tan generoso ;-))) Lo que sí pienso es que si esto es útil para alguien más que cuente y le ayuda a contar mejor (porque esté de acuerdo o porque desarrolle su propio camino para preparar cuentos), pues será mejor para todos, incluido para mí. Cuanto más y mejores cuentos se cuenten, es mejor para todo el oficio. Pienso. Así que tal vez no sea tan generoso ;-)) tal vez esto redunde también en mi propio beneficio.
      Muchos besos

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  2. Bueno generoso o no, habria que definir conceptos... para mi esta entrada ha sido: tranquilizadora, reconciliante, alentadora, instigadora, relajante, excitante, mordiente y preñadora sobre todo preñadora. Con tus palabras has alimentado un monstruito que tenia dentro y ahora ya quiere salir. Vamos a ver que cara tiene.Así que por todo ello gracias por tu generosidad egogenerosa.

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  3. Bueno generoso o no, habria que definir conceptos... para mi esta entrada ha sido: tranquilizadora, reconciliante, alentadora, instigadora, relajante, excitante, mordiente y preñadora sobre todo preñadora. Con tus palabras has alimentado un monstruito que tenia dentro y ahora ya quiere salir. Vamos a ver que cara tiene.Así que por todo ello gracias por tu generosidad egogenerosa.

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