Aprovechando que estos días estoy trabajando en Gran Canaria y que hace un tiemo primaveral (¡delicioso!) me he traído un libro álbum (en francés) titulado Tous à poil! de Claire Franek y Marc Daniau y publicado por la editorial Rouergue.
El libro es una sucesión de láminas de gente desnudándose (la abuela, el amigo, la familia, el equipo de fútbol, la maestra...) y la explicación de este desnudarse está en la última página donde todos los personajes se están zambullendo en el mar (evidentemente en una playa nudista).
Este libro que cuenta una historia bien sencilla y que tal vez habría pasado sin pena ni gloria por las librerías, resulta que tiene un valor añadido pues se atreve a mostrar algo que para mucha gente es tabú (y más en el ámbito de la infancia): la desnudez. En este sentido todavía recuerdo un librito maravilloso de Chema Heras y Kiko Dasilva (Cuando a Matías le entraron ganas de hacer pis en la noche de Reyes, en Kalandraka) que no pudo distribuirse en USAmérica porque en una de las láminas al protagonista se le veía el pito (o debería decir pene).
Quien esto escribe, nudista convencido y practicante, no entiende que la desnudez (nada más natural) sea tabú de nada, por eso a veces me cuesta comprender ese discurso represivo que tan difundido está en esta sociedad nuestra que confunde desnudez con pornografía (cuando no hay nada menos erótico que una playa nudista; si no me creen, prueben). Más bien al contrario, educar a nuestros hijos viendo de forma natural la desnudez les ayuda a crecer con un montón de preocupaciones y traumas menos. Asombra (de verdad asombra) que haya tanto problema con este asunto y ninguno con la violencia (a raudales) que nuestros hijos e hijas ven a diario en pantallas (y en la vida).
Como no podía ser de otra forma (en estos días pacatos que padecemos) el libro ha generado cierta polémica en Francia: aquí pueden ver a Jean-François Copé despotricando contra este libro (y disparando sus ventas).
Pero volvamos al libro. Las ilustraciones de marc Daniau son estupendas y nos muestran cuerpos reales de gente común (gordos, flacos, altos, bajos, jóvenes, viejos...): la pura vida misma. Hay un pequeño guiño con la abuela (y ese perrito ahí colocado) y la resolución es, simplemente, refrescante (les destripo el libro, pero aquí va la última lámina).
Insisto en que esta historia es sencilla y divertida, y aun así parece que puede resultar peligrosa. Qué quieren que les diga, yo tengo una tentación tremenda para empezar a contarla en mis sesiones de cuentos para niños y niñas.
Saludos
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