En estos tiempos aciagos la mejor manera que he encontrado para desconectar de preocupaciones y vacíos ha sido la lectura, la buena lectura. Si seguís el blog regularmente habréis visto que llevo una temporada releyendo viejos buenos títulos. Más que nada para ver qué tal hemos envejecido (los libros y yo) y reavivar sensaciones que todavía recuerdo, en muchos casos, tras más de veinte años de haber leído el libro.
Hoy le ha tocado el turno a María Gripe y uno de sus libros más famosos y leídos: Los escarabajos vuelan al atardecer. La edición que yo tengo es de SM, con traducción de Marta Ruiz Corbella.
La verdad es que el libro me mantuvo enganchado desde el primer capítulo. Me gusta cómo está organizada la trama y los tres personajes protagonistas con sus caracteres (diferentes y complementarios) tan bien definidos. Me gusta que no sea un caso que se resuelve de manera lineal sino que va zigzagueando, aunque eso que en gran parte del libro me ha parecido una virtud en el último tramo me ha resultado algo cansado: ¡no aparece ya la estatua! Esas líneas argumentales que parecen centrales y que luego llevan a callejones sin salida van aportando, sin embargo, pistas para la resolución final. Se ve la progresión del descubrimiento de los protagonistas y en verdad como lector sientes que avanzas con ellos y caes en sus mismos errores y en sus mismos aciertos.
No ha sido, para nada, una lectura fatigosa, más bien al contrario: he leído con hambre hasta la última página, con hambre y sin desmayo.
La resolución al final, que yo recordaba como no muy buena, me ha parecido muy interesante ahora. Una resolución sin concesiones o, sin un completo happy end.
Me ha impresionado revivir cómo eran nuestros días (sin ordenadores, ni internet, ni móviles...) y cómo a pesar de todo ¡nos comunicábamos y nos enviábamos cosas con urgencia! A pesar de ello no siento que el libro haya envejecido mal: es fiel testigo de una época.
Sí he tenido la sensación, en algunos momentos, de que era una lectura juvenil, especialmente con algunos asuntos que no quedan cerrados o explicados (escarabajos que dan pistas, melodía soñada, texto inspirado para la melodía...), asuntos de "otra dimensión" que un lector adulto puede tener menos tendencia a aceptar dentro de los parámetros de verosimilitud en su lectura.
Pero si te dejas llevar, es, sin duda, una lectura gozosa.
Saludos
Dichoso tú, que en estos días puedes visitar otros mundos y bueno, dichosos nosotros que también nos aprovechamos de tus lecturas. Yo, en estos días en los que mucho trabajo y mucho sacrificio, resulta mal valorado, me acuerdo de la madre de Lenin, pero la historia de esta mujer se me grabó con fuego en la conciencia, y nunca me abandona, NUNCA! La historia de una mujer que, sólo tenía para dar un poco de pan a sus seis hijos, pero aún así, les aleccionaba en latín y filosofía. Y así un sin fin de penurias de las que esta mujer consigue sacar a sus hijos, a últimos del siglo XIX. Cuando lo cuento me dicen JOOOOOOPE!!!!, bueno, pero es que no lo puedo evitar; y esto venía a cuento de lo del mundo sin ordenadores y móviles...
ResponderEliminarRecuerdo haber leído ese libro tres veces durante mi adolescencia. Una cuando tenía 12 o 13 (la edad de Jonás) y otra con 16 y tal vez luego, con 18. Me gusta recordar cómo me ayudaba tener la edad del protagonista o de alguno de los personajes para identificarme con ellos. Igual me pasó en mujercitas, que lo leí tantas veces que creo que pasé, repasándolo, por todas las edades de las protagonistas. Ya cuando llegué a los 20 me parecían todas más jovenzuelas, y ahora, bueno, qué decir.
ResponderEliminarLos escarabajos ha sido para mí una obra interesantísima desde la primera lectura. Y me encantaba admirar lo bien que hablaban los adolescentes en ella. Recuerdo decirle a mi madre: má, mira qué bien habla Jonás, y le leía frases muy bien construidas, jejeje.
En fin, un gustazo escucharte hablar del libro, una de mis debilidades juveniles.
Muchas gracias Laura, siempre eres muy amable ;))))
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