sábado, 14 de julio de 2012

Inviable

Este oficio mío de contar cuentos, hoy por hoy, no es que no tenga futuro, es que no tiene presente. Voy a tratar de explicarme para que me entendáis.
La primera vez que conté cuentos y recibí dinero por ello, diciembre de 1993 (en plena crisis económica, por cierto), cobré 150 euros limpios. Esta sesión fue a diez kilómetros de mi casa. Hoy, 19 años después, mi vida ha cambiado (tengo hijos e hipoteca, entre otros cambios notables), o mejor aún, la vida ha cambiado (especialmente los precios de las cosas: aquí podéis ver la diferencia de los precios en estos años, alucinante) y los gastos son mucho mayores.
Supongamos que hoy quisiera yo cobrar 300 euros por una sesión de cuentos (es el doble de lo que cobré la primera vez, a pesar de que la gasolina, el pan, los huevos, el café, la ropa, los libros... no valen el doble que hace 19 años, como se ve en el enlace que os dejé antes, sino mucho más).
De esos 300 euros
  • el 21% serían retenidos (hasta ayer el IRPF era del 15, hoy ya es del 21): 63 euros.
  • otro 21% sería de IVA (hasta ayer un 8%, hoy ya es un 21%): 63 euros.
  • a todo esto hay que sumarle que todos los meses yo pago 278,44 euros por ser autónomo. Si contara 10 veces al mes de media (que tal como están los tiempos es un éxito), tendría que prorratear ese coste, es decir: 28 euros de esos 300 serían para pagar autónomos.
  • hay además otros gastos imputables a mi trabajo que he de prorratear: teléfono, gestoría, libros... pongamos que unos 15 euros por sesión.
  • Y unos variables en función de la distancia: gastos del coche (yo hago 60.000 kms. al año con el coche contando cuentos por toda España: talleres, seguros, revisiones y ¡¡gasolina!!), alojamientos, dietas... La media es que yo vaya a contar a lugares que distan entre 200 y 350 kms. de mi casa, es decir, 400/700 kms en un día. Entre medio y un depósito de coche. Así pues, sólo en gasolina, suelo gastar una media de 40 euros (pero el coche tiene muchos más gastos y más que va a tener en cuanto lleguen los peajes) de esos 300, aunque en muchas ocasiones son 100 o 150 (cuando me tengo que quedar a dormir o voy mucho más lejos a contar)
Hechas todas las cuentas (aproximadas en el tema de variables), de esos trescientos euros que yo facturo 209 no son para mí, que son 91 euros. Si yo hago una media de 10 sesiones al mes, aunque yo facture 3000 euros en realidad estoy cobrando 910 euros, y con esos euros debo pagar hipoteca, comida, seguros, ropa, campaña escolar...
Podéis decirme que hay gente que vive con mucho menos que con 900 euros. Es verdad, pero es que para trabajar, yo tengo que gastar: tengo que viajar (adelantar la gasolina, tener coche), adelantar impuestos, etc. Con el agravante de que en el 90% de ocasiones no cobro hasta pasados 3 o 6 o 12 meses. Aunque dicen que esto está cambiando.
También podéis decirme que el 21% de IRPF que me retienen pueden devolvérmelo. Pueden, sí. Pero a día de hoy todavía no me han devuelto lo que me corresponde del IRPF retenido en 2010 ¡y que yo he adelantado! Además, para que esto te sea devuelto tú tienes que hacer gasto también. Y tal como están las cosas, aquí no se mueve un euro porque no queda ni para pan.
Si hoy, que tengo muchas más tablas que cuando conté por primera vez hace 19 años, que manejo muchos más recursos, que tengo un bagaje de cuentos infinitamente mayor, quisiera ganar 150 euros (como hice la primera vez que conté), tendría que facturar más de 300 euros (ojo, porque lo de los porcentajes es diabólico, cuando subes el precio suben también los impuestos).
Es decir, hoy, que las bibliotecas y las escuelas -base de nuestro trabajo- están bajo mínimos (sin un euro ni para comprar libros, con profesionales machacados, saqueados y al borde del abismo). Decía que hoy, cobrando 300 euros, no ganaría ni dos tercios (91 euros) de lo que ganaba hace 19 años (150 euros). Pero es que hay más. Si yo voy a una biblioteca o a una escuela hoy, y les digo que por contar cuentos tengo que cobrar 300 o 350 o 400 euros... me dirán que ha sido un placer hablar conmigo y que hasta otra ocasión.
Es decir, ni por asomo gano lo que ganaba hace 19 años cobrando el doble que hace 19 años (pero por debajo de la subida de precios desde entonces), hoy, que ni por asomo los precios y los gastos son como hace 19 años.
Por eso decía al principio de este post que la profesión de contar cuentos, hoy por hoy, no es que no tenga futuro, es que no tiene presente. Porque ser un profesional autónomo narrador oral es inviable. Una persona, hoy, en España, que trate de vivir (o más bien sobrevivir) sólo del oficio de contar cuentos de manera legal, no podrá. Porque es inviable.

9 comentarios:

  1. No puede estar más claro. Como propietaria y única trabajadora de una pequeña tienda me da pánico hacer esas cuentas que tú ya has hecho, porque sé que tampoco tengo presente. Un abrazo y ánimo.

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  2. Buenísimo, Pep. Lo he leído dos veces y me parece tan triste como brutal, tan real como crudo, tan veraz como impresionante...
    Y lo más lamentable de todo esto ya no es que se nos esté machacando cruel y despiadadamente (mientras los de siempre nos miran desde arriba entre inhumanas risotadas y rancios brindis de poder), es que aún no nos damos cuenta de que, poco a poco, piedra a piedra, estamos dilapidando nuestro presente y nuestro futuro cultural, que es y será, al fin y al cabo, nuestra propia identidad como pueblo y como seres humanos.
    ¡Muchísimo ánimo y un fortísimo abrazo!

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  3. Terrible tu historia. Será la historia de muchos como tú y como yo, como la de muchos trabajadores que intentamos salir adelante día a día.
    Gracias por contarlo tan claro y con precisión.

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  4. Muchas gracias por vuestros comentarios y vuestros ánimos. Yo no pienso dejar de contar cuentos aunque me arranquen la lengua, pero no sé desde qué lado tendré que hacerlo. Llevo muchos años cotizando como autónomo y pagando mis impuestos. No sé si esto podrá seguir siendo así.
    Saludos

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  5. Te entiendo perfectamente. Yo he dado talleres de creatividad, escritura terapéutica, cine y guión desde 1996. Ahora -hace ya un par de años- no me sale nada pero es que en el último sitio -una biblioteca también- nos indispusimos porque no me pagaron ni la cantidad pactada que era ridícula. Y no te disculpes por querer cobrar 900 euros. ¿Cómo vas a pagar la vivienda, la escuela de los hijos, tu reciclaje...? No sólo nos esquilman sino que nos atan de pies y de manos para que no podamos buscarnos una salida. Por cierto, mis últimos intentos eran llevar la narrativa a las escuelas y el uso de blogs para niños y para mayores, en centros de cultura. Que nada, que mis propuestas eran muy interesantes pero nada a hacer.

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  6. Y sabes lo más triste, que algunos dirán (o pensarán): ¡Que se jodan!

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  7. Mi querido Pep, precarizan nuestro trabajo, pero, aún así, no nos van a callar...

    Se te ha olvidado un patrimonio que no te pueden quitar, la gente que has conocido en el camino y que te queremos. Si nos cierran los espacios, crearemos espacios nuevos, sacaremos a los usuarios de las biblioteca a la calle... y a los que nos intentan callar no les gusta que la gente este en la calle... Que se jodan ellos...

    Te quiero Pep-illo

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  8. Lucía Etxeberría echa las mismas cuentas...
    https://www.facebook.com/permalink.php?story_fbid=10151254728304989&id=149885159988&fb_source=message

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  9. Ya pertenecías a un colectivo, muy mal pagado, porque tu valor, como profesional en el mercado, es mucho más caro. Con la nueva situación, pretenden que pases a ser del colectivo de las profesiones desaparecidas.

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