Hace unos días que recomendé en SER Guadalajara este maravilloso libro de Antonio Lozano titulado Me llamo Suleimán y publicado por la editorial Anaya. De Antonio diré, antes de empezar, que es un escritor que me gusta y, sobre todo, un amigo con cuya compañía disfruto siempre. De él tengo algún libro recomendado por el goliardo.
Me llamo Suleimán nos cuenta la historia de un niño de la cultura mandinga africana que emprende el viaje a Europa como manera de escapar de la miseria y el hambre. La novela nos cuenta ese viaje, las dificultades y penalidades, los amigos caídos en la dura travesía, la llegada a las vallas de Melilla, la captura y el momento en el que son abandonados en el desierto... y a pesar de todas estas penalidades, el segundo intento, en esta ocasión a través del mar, en busca de una vida mejor para él y los suyos.
Este es uno de esos libros que te mira a los ojos y te cuenta sin tapujos, una lectura poderosa que te lleva de la mano al corazón de África y te acompaña en un largo y duro viaje a través de sus páginas. Lo más interesante que ofrece esta novela, desde mi punto de vista, es la posibilidad de ver la multiplicidad de matices y detalles que empujan a personas (que no quieren irse) a marcharse de sus casas y sus familias tratando de mejorar la vida de los suyos. Igualmente se pueden observar las diferentes caras de Europa, la de quienes repelen los asaltos a las vallas, la de quienes acogen a los recién llegados, la de quienes ayudan y acompañan a los menores, la de quienes expulsan a los adultos... Pero también nuestras caras, las de quienes habitans esta tierra y en muchos casos, tienen miedo, o se sienten desbordados por una situación que no comprenden, o son, sencillamente, racistas; y las caras de quienes no los son y buscan convivir de la mejor manera posible.
Tiene algunas citas sobre contar, aquí os las dejo:
"Podría pasar horas contándote esta historia [de su familia] porque, tal como se la escuché a los griots decenas y decenas de veces, te la podría repetir." p. 10
"Comíamos poco, es cierto, pero cuánto disfrutábamos corriendo por las calles polvorientas de Bandiágara, siendo los campeones del mundo de fútbol con pelota de trapo, escuchando al anciano bajo el árbol de la palabra o, sobre todas las cosas, escuchando al griot en el claro de luna." p. 11
"Ella también contó su historia, casi todos lo hacían, porque había que llenar las largas horas del viaje, y también porque todos querían explicar por qué se encontraban ahí en ese momento, como si necesitaran convencerse de que habían tomado la decisión correcta." p. 141
"También hablábamos de nuestras familias, de nuestros países, de fútbol, o contábamos las historias que cada uno lleva dentro, como un equipaje del que no se separa nunca, las historias que alguna vez escuchamos a los griots." p. 195
Un libro sencillo (todo viaje aparentemente lo es) pero con unas raíces muy hondas, un sustrato profundo que alimenta al lector y le da para rumiar durante mucho, mucho tiempo.
Una lectura gozosa, intensa y feliz. Necesaria y totalmente recomendable.
Saludos
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