Dediqué el verano de 2001 a leer
Las mil y una noches, mi edición está traducida y anotada por
Juan Vernet y fue publicada en dos gruesos volúmenes (de más de 1.500 páginas, con una letra que hoy no puedo ver sin gafas) por la editorial Planeta.
Esta colección de cuentos fue escrita, seguramente, en el S. IX, quizás reuniendo otras colecciones y siguiendo el ejemplo de otros libros (como el
Panchatantra). En cualquier caso sus cuentos provienen de diversas tradiciones orales de India, China, Siria, Egipto y, sobre todo, Persia. Tuvo una gran difusión en el mundo árabe aunque no fue especialmente valorada (porque, al fin y al cabo, reunía cuentos que todo el mundo conocía, y no era considerada, por decirlo de alguna manera, alta literatura). Si bien es cierto que esta colección se popularizó en Occidente en el S. XVIII (y sobre todo en el XIX) gracias a la traducción al francés que hizo
Galland, (y a traducciones posteriores como la de
Richard F. Burton), no es menos cierto que ya en el S. XIII encontramos algunos de sus cuentos en otras colecciones que se publicaron, por ejemplo, en Toledo (
como en el Disciplina clericalis de Pedro Alfonso).
La historia marco de este libro es bien conocida: el sultán Schariar, ante la infidelidad de su esposa, decide decapitarla. Después toma la decisión de que, cada noche, se acostará con una nueva mujer a la que, a la mañana siguiente, decapitará. El visir es el encargado de llevar cada día a una nueva doncella hasta que un día tiene que llevar a su propia hija, Sherezade, quien logra salvar la vida gracias a que cada noche cuenta un cuento al sultán y lo deja inconcluso para terminarlo en la siguiente noche. Tras mil y una noches de cuentos el sultán decide casarse con ella.
Esta historia marco (es más amplia, aparece el hermano del sultán, la hermana de Sherezade, un genio, etc.) permite que vayan encajando otras historias, otros cuentos (no exactamente 1001, pues hay cuentos que duran varias noches) y así va transcurriendo la lectura.
Además de la historia marco (que, insisto, es muy conocida) hay otros cuentos, algunos añadidos tardíamente, que también son muy conocidos: "Aladino", "Simbad el Marino", "Alí Babá y los cuarenta ladrones"... y otros cuentos que aparecen luego en colecciones de cuentos tradicionales recogidos por todo el mundo. Me he sorprendido hoy revisando el libro (y mis notas) que hay un par de cuentos que leí entonces y que años después incluí en mi repertorio (sacados de otras colecciones).
Recuerdo que mi profesor
Antonio Fdez. Ferrer, en Filología Hispánica, decía que este libro no hay que acabarlo nunca y bien merece la pena leer cuentos sueltos, a saltos, pero sobre todo no terminarlo: porque mientras quede libro por leer uno no puede morir. La lástima es que me lo dijo cuando yo ya me lo había terminado.
En el ámbito de la narración oral sí conozco a compañeros y compañeras que han contado o cuentan cuentos de
Las mil y una noches. Creo recordar que la primera vez que vi a alguien contar la historia marco fue hace unos cuantos (ay, muchos) años a
Magda Labarga y
Marissa Amado (del Grupo Palique) contando el inicio y la historia marco. En la actualidad y desde hace unos años hay una experiencia bien notable que lleva a cabo el narrador
Héctor Urién, que está contando
Las mil y una noches, una por una, todos los martes en la Taberna Alabanda de Madrid. Este proyecto comenzó en febrero de 2012 y está previsto que finalice, al ritmo que va, sobre 2035 (así que no dejes de acercarte si tienes oportunidad para ver alguna de las noches).
En suma, un libro bien interesante que os recomiendo.
Saludos