El pasado sábado estuvimos Mariaje y yo en "La fabulosa", la insólita librería de Ana Garralón, insólita porque sólo trabaja con trece editoriales (iberoamericanas) y una más invitada cada mes (que es española), por lo tanto el catálogo de títulos que tiene es muy poco conocido por aquí y, además, cuenta con gran número de libros extraordinarios. Así que pasamos casi tres horas mirando, hojeando, disfrutando... de un buen puñado de lecturas fantásticas. Y claro, nos volvimos a casa con una mochila llena de tesorillos.
De entre estos títulos hoy traigo aquí Matador, de Wander Piroli y Odilon Moraes, traducido por Beatriz Peña Trujillo y publicado por Babel Libros.
En aquel barrio todos los niños andaban siempre con el tirachinas (la cauchera) listo para disparar a cualquier gorrión que merodeara cerca, todos parecían tener buena puntería (para pesar de los gorriones), todos menos el narrador, que no dejaba de lamentarse por no dar nunca en el blanco, y por eso se empeñaba y trataba de afinar su puntería... Hasta que un día un pequeño gorrión se posó en el alero de su casa, indiferente a lo que el niño, desde el patio, tramaba.
La primera lectura de este delicado libro álbum me conmocionó y, de un golpe, me trasladó a recuerdos de mi infancia, pero sobre todo a una cena familiar en la que algo (parecido a lo que se cuenta) me ocurrió (y no voy a contar para no destripar el libro).
La historia, narrada en primera persona, se va acercando al núcleo de la trama página a página, casi como quien dice pasando círculos (de lo más alejado hasta el puro corazón): de la calle al descampado, del descampado a la casa, de la casa al jardín... paso a paso nos acercamos hasta llegar al momento en el que algo sucede y se quiebra el equilibrio feliz y, por lo tanto, al momento en el que algo se rompe.
Atrapa este cuento tan sencillo y, al mismo tiempo, tan hondo. Su lectura nos golpea. La historia, como en todo libro álbum, se sostiene por texto e imagen, pero según avanza la trama, en sus últimas páginas, el texto acaba por callar, conmocionado, dejando que sean las imágenes las que soporten el peso de la historia. Es un libro precioso (y tremendo) en el que se cuida hasta el mínimo detalle (sólo hay que fijarse en las guardas).
Un libro álbum estupendo que os recomiendo.
Saludos
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