domingo, 31 de agosto de 2014

¿Hacer pan con huesos molidos?

Hace un par de años que estrené la segunda sesión de cuentos de La materia de Selas titulada La Cándida y el molino viejo. Una de las historias de este espectáculo de narración habla de un molinero que adultera la harina con huesos viejos, texto que creé específicamente para este espectáculo tras informarme con bastante detalle (mira si no me crees). Sin embargo cuál no ha sido mi sorpresa al encontrarme con estos párrafos que os copio en un libro que estoy leyendo estos días y que voy a reseñar enseguida en el blog, se trata de En casa. Una breve historia de la vida privada, escrito por Bill Bryson y publicado por RBA. En este libro se habla de la sospecha, durante siglos, de que la harina era adulterada con, entre otras cosas, huesos viejos (en forma de ceniza o directamente molidos).
Aquí va el texto:

"El pan era un blanco especialmente popular. En su novela La expedición de Humphry Clinker (1771), Smollett caracterizaba el pan londinense como una mezcla venenosa de "tiza, alumbre y cenizas de hueso, insípido al gusto y destructivo para el organismo", cosas que eran de lo más normal por aquel entonces, y que seguramente llevaban ya un buen tiempo siéndolo, tal y como evidencia la frase del cuento Juan y las habichuelas mágicas: "Le aplastaré los huesos para hacerme el pan". La primera acusación formal de adulteración generalizada del pan la encontramos en un libro titulado Poison Detected: Or Frightful, escrito anónimamente en 1757 por Mi amigo, un médico, que revelaba "con autoridad muy creíble que "los panaderos utilizan con frecuencia sacos de huesos viejos" y que "los osarios de los muertos sufren saqueos para incorporar porquería al alimento de los vivos". Casi contemporáneo es otro libro, The Nature o Bread, Honestly and Dishonestly Made, del doctor Joseph Manning, que informaba de que era común entre los panaderos incorporar alubias, tiza, albayalde, cal muerta y cenizas de hueso a todas las barras de pan que cocían.
Estas aseveraciones se presentan de forma rutinaria como hechos incluso ahora, por mucho que Frederick A. Bilby, en su clásico Food Adulteration, demostrara de manera bastante concluyente hace unos setenta años que tales alegaciones no podían ser ciertas. Filby dio el paso de cocer él mismo las barras de pan incorporando los adulterantes en la forma y las proporciones apuntadas. En todos los casos, excepto en uno, el pan resultante era duro como el cemento o su masa no crecía, y prácticamente todas las barras obtenidas tenían un olor o un sabor repugnantes. Varias de ellas necesitaron más tiempo de cocción que las barras de pan convencionales, encareciendo en consecuencia su producción. Ninguna de las barras de pan adulteradas era comestible." (pp. 100-101)

Lo interesante, desde mi punto de vista, es que haya coincidido lo que yo inventé (o creí inventar) con un imaginario profundo y antiguo (estas cosas siempre me emocionan). Y lo segundo interesante del texto es ese matiz del autor: "En todos los casos excepto en uno", ¿acaso los huesos?
Saludos

miércoles, 27 de agosto de 2014

El artista que pintó un caballo azul

Hace un mes volví a colaborar con la revista chilena Había Una Vez en su número 18, monográfico sobre Artes Visuales. Para esta ocasión reseñé un libro de Eric Carle publicado en Kalandraka: El artista que pintó un caballo azul.


Hace setenta años el niño Eric Carle conoció, gracias a su maestro Herr Krauss, las pinturas de Franz Marc, unos lienzos prohibidos por aquel entonces en la Alemania nazi que solo permitía la exhibición de arte realista. Aquellas imágenes se convirtieron en un hallazgo que hoy, tantos años después, sigue alimentando a este ilustrador.
La idea de que el arte es mucho más que una representación de la realidad late en cada una de las hermosas láminas de este libro álbum. El arte se nos presenta aquí como un poderoso vehículo que nos permite transitar por caminos de ficción, ya seamos artistas o público, autores o lectores; desde ese vehículo por tierras de ficción se nos invita a ver más allá de lo que la vista muestra y, paradójicamente, se nos acerca a lo hondo de lo real, al corazón de los días.
Pero además, en este libro podemos sentir el arte como una fuerza liberadora que es capaz de romper los límites (del color, de las formas, de las normas) y encontrar nuevos ámbitos de expresión y, por lo tanto, nuevas alternativas, ideas, mundos posibles.
Casi se podría afirmar que este álbum es apenas una carpeta de dibujos de un artista, una colección de láminas, casi un catálogo de animales extraordinarios dibujados por un niño. Pero es esto y más. Es un juego con las posibilidades infinitas del arte para regar las tierras de la creación, de la imaginación (cómo no recordar otro hermoso libro similar de Carlos Pellicer López: Julieta y su caja de colores, en FCE), del arte como un espacio en el que lo imposible es posible, donde se desdibujan las líneas por muy rígidas que sean, pero sobre todo del arte como un camino para crecer… Solo hay que observar al protagonista del libro.
Una lectura sencilla que los niños pueden comprender, sentir muy cercana y que tiene un nuevo plano interpretativo a partir de las notas del epílogo en las que Eric Carle nos cuenta la historia que relaté al principio de esta nota de lectura: la de un maestro de pintura que desafiando las prohibiciones nazis enseña al pequeño Carle cuadros de Franz Marc para que sea capaz de ampliar su campo de acción y observación por las tierras de la ficción.
Un libro hermoso y generoso, con una edición bien cuidada por Kalandraka. Un libro ideal para pequeños y grandes, un canto a la fuerza de la ficción y a la necesidad del arte que nos libera y nos permite crecer. Un regalo.

Puedes leer la reseña en la revista aquí.
Puedes descargarte la revista en PDF aquí.

domingo, 24 de agosto de 2014

Doctor Glas

Acabo de terminar de leer Doctor Glas, una novela escrita por Hjalmar Söderberg, traducida (y prologada) por Gabriel Ferrater, y publicada por Ediciones Alfabia, una joven y notable editorial que cuenta con algo más de cinco años de existencia y con un interesante catálogo. Este libro pertenece a la tercera entrega de Libros de resistencia de Mariona (Tamarite), gracias una vez más.


El libro pretende ser el diario del Doctor Glas, un médico solitario. Un día a su consulta acude la mujer del párroco del lugar pidiéndole que le ayude: ella es la joven esposa de un hombre mayor que, con el paso de los días, le repele, y le pide al doctor que haga algo para que pueda evitar las relaciones sexuales con su marido, el sacerdote. El doctor Glas intenta ayudarla (tal vez porque esté enamorado de ella), pero cuando todas sus estratagemas fracasan, decide actuar y resolver el problema cortando por lo sano.
El libro me ha tenido pegado desde la primera a la última página. Resulta muy interesante leer el diario de este peculiar protagonista, algo decadente y con una particularidad que da un matiz muy especial a todo el texto: el doctor Glas es virgen a pesar de tener treinta años y haber tenido pretendientes (tener, de hecho, a lo largo del libro). La resolución (brutal) sorprende, por porque ocurra (se ve venir con el paso de las páginas), sino por cómo la vive el protagonista y, sobre todo, por como la vive el lector. Esa simpatía algo melancólica que despierta el doctor a pesar de ser quien es y haber hecho lo que hace.
Es una novela breve que se lee en un suspiro (lástima), una lectura gozosa. Os la recomiendo.
Saludos

viernes, 22 de agosto de 2014

Canon el Bárbaro

En 2007 escribí este cuento para El Decano de Guadalajara, por aquellas fechas empezaba a oírse el runrún de lo que este dos de agosto ha tomado cuerpo en el BOE (siete años después con agostidad y sordera, como viene haciendo este gobierno).
Muchos autores nos adherimos a la plataforma NO AL PRÉSTAMO DE PAGO (el manifiesto de los autores está aquí) ya entonces, pero es momento de reabrir este frente (que nunca ha estado cerrado) y volver a reivindicar unas bibliotecas públicas de calidad y sin rémoras para su funcionamiento. 
Vaya aquí, de momento, este cuento que fue premonitorio (como ya avisaba el amigo Gonzalo Moure en su web) y que seguro va a tener secuelas (y consecuencias).


CANON EL BÁRBARO

Son conocidas las aventuras de un tal Conan el Bárbaro, personaje de cómic bastante popular a finales del siglo XX que incluso llegó a pasar a la gran pantalla en una cinta protagonizada por un tipo que ahora se dedica a la política y es gobernador en un Estado Usamericano.
Bastantes políticos europeos que no pudieron protagonizar películas de ningún tipo (ni Phantomas, ni la saga de Bond, ni Sandokán, ni Harry Potter) han decidido crear su propio superhéroe para tener así alguna posibilidad en el caso de que alguna multinacional compre los derechos para el cine.
El tal héroe se va a llamar Canon el Bárbaro y la historia, al parecer, va a transcurrir en el mítico país de Byblos. Por lo que sabemos ese país estará dividido en diez provincias cada una especializada en algún tema general, por ejemplo en la Provincia Cero habitan los funcionarios de todas las instituciones, los documentalistas y los bibliotecarios; en la Primera Provincia es donde viven los psicólogos y los filósofos, en la Segunda los sacerdotes de todas las Religiones; en la Tercera Provincia es donde se mueven los políticos, los abogados y los economistas; así hasta la Novena Provincia en la que se encuentran los geógrafos, los biógrafos y los historiadores.
La trama de esta primera aventura no parece muy compleja, Canon el Bárbaro, ayudado por habitantes de la Tercera Provincia (de donde es oriundo), ha decidido que va a gobernar el país de Byblos y, para ello, toma por sorpresa al resto de las provincias y las somete. Una vez claudicadas, las provincias languidecen bajo la opresión de Canon, quien les obliga a pagar cada vez que un habitante sale de su casa. La cosa parece de locos pero es así: si alguien sale de casa para ir a la compra o a la piscina o a ver un amigo o simplemente al bar, entonces tiene que pagar un dinero a las arcas de la Tercera Provincia, a la sazón, la dueña del país en este momento de la historia.
Evidentemente la opresión devasta el país y los habitantes se empobrecen: no hay hijos y el país envejece, ya nadie quiere invertir en el lugar ni nadie va allí de visita; los habitantes, sin recursos y sometidos a la dictadura de Canon el Bárbaro, deciden no salir de sus casas por no pagar la incomprensible tasa impuesta. Este es el momento conocido en la historia de Byblos como La Edad Oscura.
La situación acaba por resultar inaguantable y un grupo de habitantes de la Primera Provincia (fundamentalmente bibliotecarios) organizan un movimiento de rebeldía (No Al Préstamo De Pago, NAPDP a partir de ahora) y logran movilizar a gran parte de los habitantes de Byblos (empezando por los de las Provincias Séptima y Octava -artistas y escritores). El NAPDP se muestra incansable y pasa de la guerra de guerrillas al ataque frontal luchando contra Canon el Bárbaro y su caterva de políticos, economistas y abogados, logrando algunas pequeñas victorias y manteniéndose firme ante las adversidades.
De momento la trama de la historia se encuentra en este punto, en cuanto tengamos algún dato más no duden de que se lo haremos llegar, aunque no esperen mucho de la creatividad de nuestros políticos europeos, parece que el final de la aventura será de lo más vulgar y previsible.

miércoles, 20 de agosto de 2014

En lugar seguro

Acabo de terminar de leer En lugar seguro, una estupenda novela de Wallace Stegner publicada por la cuidadosa editorial Libros del Asteroide, cuenta con un prólogo de Ricardo Menéndez Salmón y está traducido por Fernando González. Este es uno más de la tercera tanda de libros de resistencia que me recomendó Mariona desde Tamarite. Otro regalo.


Esta novela nos cuenta la historia de dos parejas (Charity y Sid, Sally y Larry) que a lo largo de más de treinta años comparten una sólida amistad. La novela recoge algunos momentos significativos de entre los compartidos por los cuatro protagonistas y que son recordados por Larry en el último final de semana que van a compartir las dos parejas. Es un libro hermoso que nos habla de la vida, de afanes y emociones que conocemos bien pues son los nuestros, pero sobre todo es un libro hermoso por como nos habla de la amistad: es una novela sobre las pequeñas cosas buenas de la vida y sobre los momentos felices compartidos.
Me gusta además que esta novela sea sugerida y comentada como posibilidad en el propio libro, donde se habla del arte y la felicidad y donde la propia Charity pide a Larry que escriba un libro sobre la amistad.
Un libro que me recuerda a otra lectura del pasado verano, Stoner, por tener un estilo aparentemente sencillo, íntimo, una trama en la que parece que no sucede nada cuando en realidad está sucediendo todo.
Una lectura deliciosa que os recomiendo.
Saludos

lunes, 11 de agosto de 2014

Animales de biblioteca


Un año más el 11 de agosto se reivindica en Twitter la biblioteca utilizando el hagstag (la etiqueta) #biblioteca. Otros años he participado con reflexiones, enlaces, opiniones, etc. (puedes ver, por ejemplo, lo que hice aquí). En esta ocasión quería hacer algo diferente, más creativo y, a ser posible, algo más divertido. Y esto fue lo que publiqué, un bestiario de animales de biblioteca. Aquí os dejo todos los que he escrito por si queréis utilizarlos para clase o la biblioteca (ha habido varias personas en tuíter que así me lo han hecho saber), seguro que se os ocurren muchos más.
En cualquier caso, si utilizáis estos, como siempre, os pido que citéis la fuente.

ANIMALES DE #BIBLIOTECA

El ratón de biblioteca. Vive entre libros y nada le da más felicidad que la sosegada digestión de una buena historia.

El unicornio. Escurridizo y mágico, apenas asoma entre las páginas de algún libro. Sólo se muestra a quien él elige

El topo. Habita las silenciosas noches de sus anaqueles, disfruta con una buena historia contada. Lector de braille.

La golondrina. Entra fugaz por sus ventanas y casi al instante sale. Es lectora de microcuentos y versos libres.

La serpiente. Sigilosa y letal, disfruta leyendo por encima del hombro de otros lectores, picotea lecturas.

La araña. Le gusta leer mientras teje y, sobra decirlo, su sección favorita es la de cómic (sí, la balda de Spiderman).

El mandril. Es el primero en llegar y el último en salir. Tiene el culo pelado de estar todo el día sentado.

La vaca. Lectora sosegada y nutricia disfruta con verdadera glotonería de los versos de Walt Whitman en Hojas de hierba.

La jirafa. Se jacta de no ir a la biblioteca y, sin embargo, siempre merodea cerca y se asoma por sus ventanas. A veces lee palabras sueltas

El grillo. Merodea la zona de estudiantes reconveniéndoles para que se centren en los libros y dejen las miraditas amorosas para luego.

El perezoso. Viene todos los días pronto, pero cuando por fin abre el libro para estudiar es la hora de cerrar.

El escarabajo. Animoso y tenaz, lleva consigo una gran bola de libros esperando la oportunidad de sentarse y leer.

El pulpo. Muy efectivo: lee, consulta, busca información, toma notas y se rasca el cogote, todo al mismo tiempo.

La gacela. Salta alegre de una lectura a otra. A veces encuentra alguna página especialmente jugosa y ahí se demora.

El elefante. Memorioso y tenaz, siempre anda aprendiendo nuevos datos para alimentar su memoria. Gran conversador.

El cocodrilo. Sigiloso, cuando menos se espera aparece y devora, en un suspiro, un libro. Luego reposa su lectura (al sol).

El armadillo. Cuesta convencerle para que lea, pero si, tras diversas probaturas, encuentra su libro nace el amor incondicional y para siempre.

La ballena. Lectora incansable y profunda, canta y salta como un niño cuando encuentra un verso hermoso.

El cangrejo. Lector minucioso, no deja de avanzar y retroceder en la lectura para contrastar datos y revivir palabras.

El martín pescador. Merodea libros hasta que se decide y, finalmente, se zambulle del todo en él. Lector chapoteante.

La salamandra. Se atreve con todo tipo de lecturas y lee sin miedo a quemarse. Su favorito: Farenheit 451.

Las sardinas. Todas a una, siempre atentas al último bestseller para devorarlo con fruición y picotearlo con el té.

El gato. Va de muy lector (esa historia ya la conozco) pero por la noche anda atento a lo que cuentan los ratones.

Los leones. De estos no hace falta dar mucha información (devoran). Suelen leer cómodamente tumbados a la sombra.

El oso. Lector juguetón y goloso, puede pasar meses sin pisar por la biblioteca (generalmente en invierno).

El camaleón. Lector discreto y sagaz, sabe esperar paciente a una buena lectura y, cuando se pone a tiro, no falla.

El escorpión. Lector malhumorado, gusta de leer a solas en algún rincón escondido. Puede resultar peligroso molestarle.

La mariposa. Lectora volandera, se deja llevar de libro en libro y gusta de libar versos aquí y allá. Fue gusano.

El gusano. Lector tenaz y disciplinado, al final logra leer todo lo que se propone; esto le cambia (ver mariposa).

Las hormigas. Lectoras infatigables, dedican mucho tiempo al aprovisionamiento de libros para pasar el invierno sin hambre.

La tortuga. Lectora demorada y vehemente, nada con gusto entre las páginas de los libros. Siempre los devuelve tarde.

La rata. En verdad no lee, pero coge opiniones de aquí y allá y va a menudo por la biblioteca para compartirlas.

El canguro. Salta feliz de un libro a otro hasta que encuentra uno que de verdad le gusta y lo guarda en su saco.

Los lemmings. Numeroso grupo de lectores que van todos a un mismo tiempo y en busca del mismo libro.

La hiena. Lectora voraz y ruidoso, merodea a la espera de que algún lector despiste un buen libro para llevárselo.

El cíclope. De lectura atenta, disfruta con los ensayos que tienen un único punto de vista. No le gusta La Odisea.

El macaco. Va a la biblioteca a estudiar pero suele enredar todo el rato con el teléfono. A veces, sin querer, se hace un selfie.

El murciélago. Lector nocturno, suele disfrutar de la sección de cómic pero también de clásicos como Drácula.

El salmón. Suelen ser lectores que en la edad adulta vuelven a la biblio preguntando por lecturas de su infancia.

La zorra. Lectora sagaz, disfruta especialmente de literatura clásica y, sobre todo, de fábulas y cuentos tradicionales.

El delfín. Lector juguetón y alegre, le gustan los clubes de lectura y otras actividades de la biblioteca (excursiones, meriendas, teatro...). A veces canta gozoso.

El buitre. Lector paciente y glotón, le gustan los libros viejos y no le importa que le destripes las tramas.

El búho. Lector nocturno y atento. También le gusta mucho escuchar historias (preferentemente de ratones).

El cuervo. Lector procastinador por excelencia, siempre dice "mañana, mañana" (o "cras, cras" como decía el Arcipreste de Hita).

El fauno. Alegre y ruidoso, es lector habitual de la sección de adultos (el Infierno) de la biblioteca.

Los caracoles. Usuarios de la sección de bebés, les gusta arrastrarse por los libros de hojas de plástico y babearlos.

Los mirlos. Entran cantando a la biblioteca. Salen en silencio, pero su corazón sigue gorjeando (sobre todo si han cogido un libro bueno y fresco como cerezas).

Los percebes. Suelen ser lectores de un único libro o un único autor, continuamente, durante toda su vida.

El lémur. Usuario de biblioteca de la sección de internet y del préstamo de videojuegos. Algo dispersos y muy fieles.

El tarsio. Va continuamente a la biblioteca para llevarse en préstamo el límite máximo de películas.

La libélula. Llega con prisa, coge el libro con prisa, se va deprisa. Sin embargo, al abrir el libro se posa en calma sobre él.

La morsa. Lectora apacible, disfruta con un buen libro y unas buenas vistas. Le encanta leer tumbada, con algo bueno para picar y sin prisa.

El calamar. Viene a la biblioteca a hacer trabajos para clase, suele dejar los libros con manchas de tinta.

La mosca. Usuario habitual de la hemeroteca, zumba alrededor del periódico que quiere hasta que el otro lector lo suelta mosqueado

El gorila. Suele acudir siempre al mismo lugar de la biblioteca y defiende ese espacio como si fuera propio.

El mulo. Lector contumaz, sí o sí acaba por leerse ese libro horrible que cogió en préstamo. A veces, tras esta traumática experiencia, no vuelve.

La cabra. Lectora dispersa, busca siempre los libros de las baldas más altas. Rumia versos de ritmo rampante.

La marmota. Parece leer con atención siempre la misma línea cuando, en realidad, duerme con los ojos abiertos.

El pez espada. Usuario siempre dispuesto a la discusión y la esgrima. Su carne es sabrosa. No le gusta El viejo y el mar.

El ruiseñor. Le encanta la sección de música de la biblio y echa de menos las fonotecas de vinilos. Va con cascos a todas partes.

El jabalí. Usuario terco y afilado, hurga entre libros hasta dar con los párrafos más sabrosos. A menudo va en grupo.

El erizo. Peliagudo lector que defiende con argumentos finos y afilados las lecturas que le emocionaron.

La rana. Lectora anfibia, le gusta todo tipo de libros, ya sean clásicos, contemporáneos, bestsellers... En noches de verano discute de libros en la charca con otras ranas.

La cigüeña. Lectora oteadora, disfruta viendo leer a los demás y, en otoño, crotora versos de ritmo veloz.

El ornitorrinco. Siempre pide libros raros que nadie más lee o que son difíciles (o imposibles) de encontrar.

El perro. Infatigable buscador de buenos libros, cuando da con uno señala con la pata y, a menudo, menea el rabo.

El puerco. Lee lo que le echen, no hace ascos a nada, lee hasta los papeles de la calle. Lo lee, pues, todo, menos un libro: Rebelión en la granja.

El tábano. No suele leer ni consultar, simplemente va a la biblioteca a molestar al resto de usuarios. Y lo consigue.

La sirena. Sólo visita bibliotecas subacuáticas. A veces mira desde el mar a las biblioplayas con gran deseo.

Los bibliotecarios y bibliotecarias: gente paciente y sabia que preserva lo de todos y conoce el mapa del tesoro.

sábado, 9 de agosto de 2014

Todos mis cuentos

Acabo de terminar de leer Todos mis cuentos, un librote de la añorada Ana María Matute publicado por Lumen en el año 2000 que recoge, en 369 páginas, un total de nueve cuentos publicados por la académica entre 1960 y 1995.  [Creo que la portada del mismo libro es diferente en la actualidad].


La extensión de algunos de estos cuentos hace que casi hablemos de novelas cortas (de hecho creo recordar que algunos de estos cuentos están publicados como libros independientes). Hay también una interesante diferencia, en mi opinión, entre los seis primeros cuentos publicados en la década de los sesenta y los tres restantes (publicados entre los años 78-95). Aun así hay elementos comunes a todos ellos: de estructuras y personajes que podemos identificar como habituales de los cuentos tradicionales; personajes solitarios (y marginales) que encuentran refugio en tierras de ficción; y la idea de que la infancia es el espacio natural de la fantasía, entre otros elementos transversales prácticamente a los nueve textos.
Desde mi punto de vista uno de los grandes valores de estos cuentos es su cercanía a la tradición y su voluntad de embellecer y acercar estos textos a los lectores: si se me permite la expresión hacer una especie de literatura tradicional renovada, trasvasada magistralmente de lo oral a lo escrito, tema que, como os podéis imaginar, me interesa mucho. Ojo, no quiero decir que estos cuentos sean adaptaciones de textos tradicionales, aunque hay motivos tradicionales que podemos reconocer (el viaje demorado de los príncipes enamorados que vuelven a su reino; la suegra reina ogra; los protagonistas niños candorosos e incompletos que diría Gustavo Martín Garzo; etc.).
De entre todos los cuentos, sin duda, el más conocido (y que más me ha emocionado) ha sido el de “El polizón del Ulises”, un cuento extraordinario, muy redondo, en el que el niño protagonista está a punto de “morir por ficción”, sin embargo en el último instante se salva (ese candor, esa inocencia, ese amor que es capaz de transformar el corazón de los adultos, hasta de los peores entre ellos) y crece y deja atrás las tierras de fantasía. En este sentido también Gabriela (protagonista de “Solo un pie descalzo”) abandona esta evasión cuando deja de ser incompleta, y eso sucede cuando conoce a Gabriel (otro niño incompleto) y nace la amistad entre ellos (y ambos se completan el uno al otro).
Un libro hermoso del que voy a hablar con más detalle más adelante (me han encargado un articulillo) pero, mientras tanto, os recomiendo que os adentréis en sus páginas. Una lectura totalmente recomendable.
Saludos

martes, 5 de agosto de 2014

Familias como la mía

Acabo, justo ahora, de terminar de leer el libro Familias como la mía, de Francisco Ferrer Lerín publicado por la editorial Tusquets. Este libro pertenece a la tercera entrega de Libros de resistencia que tan gentilmente me presta Mariona desde Tamarite de Litera. Una vez más, gracias.


Familias como la mía es una novela que son dos novelas, o más bien, una novela con su carne y sus huesos. Pero me explico. La primera parte del libro se titula Níquel y es propiamente la novela, la historia de Pablo Amatller, de familia bien barcelonesa venida a menos, jugador, calavera, que acaba enredado en el servicio secreto español y entregado a la causa de la ornitología, especialmente de las grandes aves carroñeras de la Península Ibérica. La historia es desopilante, exagerada y a ratos brutal.
La segunda parte, la titulada Nora Peb, es algo así como fragmentos que amplían vidas y momentos de la primera.
Disfruté de la lectura de Níquel, reí, me asombré y me entretuve bien pegado a sus páginas. Sin embargo, como si con la lectura de esta primera parte ya hubiera devorado la carne, la grasa y el resto de tejidos tiernos y sabrosos del libro, la segunda parte me resultó árida y poco atractiva, como si apenas fuera un caldo hecho con los huesos. Por eso esta mañana casi que me obligué a terminar las últimas cuarenta páginas que venía arrastrando desde hace unos días para poder meterme con otra lectura.
Dicho esto reitero que he disfrutado (y no poco) de la primera parte de la novela, algunos momentos (bestiales, insólitos, festivos) y algunos personajes (menuda galería) son inolvidables. Es una novela que retuerce los días y les da el frescor de la mirada convexa (esos esperpentos valleinclanescos) y la alegría del espíritu pícaro del Siglo de Oro. Una lectura jugosa y muy entretenida.
Ah, y una cita que me ha gustado:

"Como en los cuentos: retornar a casa. Porque es posible que la vida consista en estar en un lugar distinto al que desearías." (p. 179).

Saludos