En estos días he disfrutado de lo lindo con la lectura de Bululú, el libro escrito por Ros Beret y publicado por la editorial Ánimas del Huerva. Este libro fue una recomendación, un regalo, de Ana Garralón, qué tía, siempre acierta.
El libro, escrito en los meses de pandemia, cuenta las andanzas de Ros Beret por caminos y pueblos como bululú, nada más sencillo, nada más complejo. El bululú era en el Siglo de Oro el actor que representaba obras de teatro él solo, recorriendo caminos y buscando aquí y allá lugares para representar y poder pasar la gorra. Pero ser bululú también es una manera de ver el mundo, de entenderlo y relacionarse con él. Y de esto (y de otras muchas cosas) va este libro estupendo, un viaje de la mano de Ros Beret, un bululú del siglo XXI que lleva ya unos cuantos años pateando caminos y poniendo en pie sus propias obras de teatro por plazas y pueblos de Aragón y Navarra (y quizás alguna otra comunidad más) entre el solsticio de verano y el inicio de la vendimia.
El autor traza un recorrido desde sus inicios (con sus tropiezos y aciertos) hasta el momento actual, y en ese deambular vamos conociendo lugares, situaciones, personas, reflexiones, vivencias... que jalonan las giras de la miseria, que es como las denomina. Un viaje magnífico y muy emocionante, contado con una voz narrativa sin pelos en la lengua y con mucho que contar.
He disfrutado mucho de la lectura de este libro, ha sido como asomarme de vez en cuando por una ventana para ver el cado en el que en ese momento el bululú pasaba la noche, la plaza en la que se preparaba para la función, el rato tranquilo con la pequeña radio escuchando el tour dormitando al pie de un árbol generoso, y también una ventana por la que ver momentos emocionantes, divertidos... y también difíciles de los días de un cómico de la legua en pleno siglo XXI.
También ha sido muy emocionante encontrarme con nombres de personas queridas (Merche, Ramiro, Cristina) y con lugares por los que he pasado a lo largo de estos años con mi mochila de cuentos.
Quizás por ser cuentista, quizás por tener una cierta fijación con esta palabra desde que estudié filología (igual que le ocurre al autor), quizás por haber pensado en algún momento en aventurarme por los caminos a contar historias, o quizás por todo ello a un mismo tiempo, este libro me ha resultado especialmente emocionante y su lectura ha sido una fiesta. Gracias, Ana, por la recomendación. Gracias, Ros, por escribirlo. Ya ando pensando a ver cómo me organizo el próximo verano para verte en alguno de estos bolos.
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