En estos días he devorado otro librito de Alexis Ravelo (que muy pronto voy a incluir en mi galería de autores favoritos) titulado Las ratas de noviembre, publicado por Anaya en su serie juvenil El volcán.
Hace unos meses os comentaba en la nota de lectura de Los perros de agosto que bien merecía el Gordo Castro protagonizar una saga de novelas, por eso antes de abrir el libro ya estaba tan conteto. Pero es que ha sido comenzar a leer y volver a zambullirme en aguas conocidas: un estilo ágil y cercano, unos personajes muy bien perfilados, una trama engranada y en perfecto funcionamiento, un desarrollo de la historia que mantiene el enganche desde la primera a la última página... y todo transcurriendo en una tierra muy querida para mí, la isla de Gran Canaria.
Ocurre además que en esta ocasión el libro se arma a partir de una compleja trama de blanqueo de dinero pero el autor consigue que esto no sea una rémora para el desarrollo de la historia que avanza con un ritmo alegre, a ratos trepidante (de esos que vas casi saltando páginas).
Hay muchas cosas que me gustan de los libros de Ravelo: su estilo (una prosa capaz de crear atmósferas en apenas unas líneas), su ritmo, las tramas que teje (y que logran mantener la tensión de la primera a la última página), pero sobre todo disfruto con sus personajes, tan verosímiles, tan humanos: los cobardes tan cobardes, los malos tan malos y el protagonista tan real (y tan protagonista a su pesar).
Si tuviera que ponerle un "pero" es que sus 175 páginas se pasan en un suspiro. Queremos más libros del Gordo Castro. Más.
Saludos
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