Esta semana leí Lo que pensamos, lo que hicimos, una novela escrita por Lea -Lina Oppermann, traducida por L. Rodríguez López y publicada con el cuidado que habitualmente pone en su catálogo por la editorial Lóguez.
La verdad es que esta es una condenada novela. Me explico: el miércoles a primera hora de la mañana la abrí para echarle un vistazo y, cuando me di cuenta, estaba completamente atrapado por su lectura ¡y no pude levantarme del sillón hasta que no terminé de leerla!
El libro está narrado a tres voces: Mark Winter, Fiona Nikolaus y A. Filler, personajes y también protagonistas, van turnándose para ir contando la historia a modo de carrera de relevos: en el punto en el que uno la deja (con sus propios pensamientos, su mirada, sus acciones...) el otro la retoma y continúa (también con sus propios pensamientos, mirada, acciones...). Y así, saltando de narrador en narrador, va avanzando una trama trepidante y sorprendente.
En las primeras páginas uno piensa que la historia va a girar alrededor de un amok y de cómo sus protagonistas lo viven (sorprenden la hondura y verosimilitud de los pensamientos y sucesos que se van relatando en estos primeros momentos. Quien esto escribe era un lector tragando saliva a cada párrafo). Sin embargo la autora da un paso más allá y sorprende a propios (personajes de la novela) y extraños (lectores y lectoras) con una serie de sucesos que nos hacen olvidar que estamos en medio de un amok y nos invitan a reflexionar sobre la complejidad de las relaciones entre las personas y la mirada sobre los otros (y de los otros sobre nosotros). Un libro que despoja a sus personajes de sus parapetos formales y los deja desnudos frente al espejo de los ojos de los otros. (Y de alguna manera también nos despoja a nosotros de nuestras máscaras y nos pone frente a un espejo).
En suma, un libro fantástico que os recomiendo.
Ah, y su autora ¡sólo tiene un año más que mi hijo mayor! Condenada novela, condenada Lea-Lina. No pienso perderle la pista.
Saludos
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