Y aquí estamos de nuevo. Este año no han venido Carles ni Virginia (cómo os echo de menos), ni tampoco rondan por aquí Roser o Coralia o Nelson. Y sobre todo ando buscando a Casilda, ese susurro perpetuo que hacía comprensible hasta e inglés más oscuro. De cualquier manera la representación española está muy bien: de AEDA hemos venido Inma Pinticomina, Ana Griot y un servidor, y en representación de MANO, Concha Real. Esperábamos ser algunos más (sobre todo porque el próximo año el FEST se celebra en España), pero no ha podido ser.
En fin, aquí va la crónica del día.
Nos levantamos a las cinco de la mañana (¡madre mía! uno no está ya para estos trotes) y a las seis habíamos recogido nuestros billetes de embarque. A las siete en el avión. A las nueve en Gatwick y a las once, tras una hora de tren, estábamos en Reading. Allí cogimos un autobús hasta la universidad y llegamos sin problemas. Todo esto se cuenta rápido, pero se vive algo más lento y sobre todo algo más complicado en inglés.
Algo está cambiando en España porque los españoles fuimos los primeros en inscribirnos y los primeros en tomar posesión de nuestras habitaciones: nos dio tiempo hasta para dar un paseíto.
Mientras comíamos iban llegando narradores de otros países. El pasado año fuimos 65 personas en el FEST, este año se esperaba llegar a los 100, pero la crisis ha golpeado fuerte y hemos vuelto a ser 65. Pienso que para el año próximo será fácil llegar a 100 personas en el FEST, pero este número de 65 tiene algo de mensurable, como de abarcable, da para perderse en el grupo y para conocer a todos. Tiene algo de magia.
Finalmente a las 16,00 comenzó el FEST: unas dinámicas de desentumecimiento y juegos de presentación, y rápidamente comenzamos con las 4 esquinas: 4 rincones en los que se ofrecían 4 grupos de trabajo y reflexión sobre cuatro temas diversos:
1 FEST, desde los primeros pasos hasta hoy en este pequeño sueño que es el FEST. Todo lo que os contaba el pasado año sobre cómo surgió la idea del FEST: a partir del Maratón Europeo que celebramos en Guadalajara y desde ahí un grupo de narradores encabezados por Mats y Abbie, (Suecia y Francia) y cómo poco a poco esto ha ido creciendo y se va articulando a partir de la nada y sosteniéndose gracias a mucha gente voluntariosa y con ganas de crear una gran red de comunicación e información, una gran estructura sin nada de poder pero que sea útil para todos y para la narración.
2 GREEN HEROS, una propuesta sobre los cuentos como medicina para mejorar nuestra relación con el medio ambiente. Para mi gusto un poco floja. En este rincón se contaron bastantes cuentecitos sobre ecología y se habló de lo interesante que es trabajar con los cuentos (de dentro a afuera) en vez de con las proclamas u órdenes (de fuera a adentro, por lo que son más difíciles de internalizar). Y también tratando de buscar cuentos que den propuestas de mejora en nuestra relación con la ecología en vez de cuentos que nos hagan sentir culpables de todo lo mal que sucede con la continua destrucción de la naturaleza.
3 Contar en varias lenguas. No he podido asistir (sólo podíamos ir a dos de los cuatro talleres), pero Inma y Concha venían muy contentas con las propuestas, luego he lamentado no hacer caso a Claire y haber elegido esa opción.
4 El Narrador Laureado. Al parecer es una tradición muy extendida en los países angloparlantes, se elige, cada dos años, al Children's Laureated, Writer Laureated, etc. Sería algo así como el Defensor de los niños con honores (u honorífico) o el escritor honorífico, etc. Es un premio que aunque tiene poca dotación económica es muy prestigioso y, sobre todo, tiene mucha visibilidad. Contaban como en la ceremonia en la que Barak Obama fue nombrado presidente la Poeta Laureada del momento dijo unas palabras, ahí es nada. En este rincón se habló entonces de esta figura más que como un ensalzamiento de una persona en concreto, como algo que daba mucha visibilidad al oficio. Y en Inglaterra este año ha habido, por primera vez, un Narrador Oral Laureado.
En fin, no sé qué más se hablaría sobre este asunto pues yo sólo estuve en la presentación y elegí otros rincones.
Cenamos a las siete de la tarde, entre un rincón-taller y otro (qué cosa más rara, pero es lo que tiene Europa, que no suelen cenar a las diez de la noche, jejejeje).
Fuera del FEST deciros, por dar envidia, que después de pasar una semana en el pueblo en la que apenas hemos bajado de 35º (mañana, tarde y noche) pues aquí ha sido llegar y ponerme la chaqueta cerrada hasta el cuello. Qué gusto eso de pasar algo de frío otra vez... aunque los españoles no escarmentamos: traigo la maleta llena de camisetas de manga corta y camisas de verano. ¡Y Ana se había echado crema de protección 50!, qué optimista. Todo el día nublado (salvo una pequeña tregua a mediodía) y un viento frío que se colaba entre los agujeros de las sandalias...
Mañana más.
Saludos
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