domingo, 4 de marzo de 2012

La invención de Hugo Cabret

Acabo de terminar de leer La invención de Hugo Cabret, un libro escrito e ilustrado por Brian Selznick y traducido por una amiga, Xohana Bastida, publicado por SM. He abierto el libro después de que mi hijo lo leyera y me animara a hacerlo.


Este libro nos cuenta las aventuras de un niño que vive solo en una estación de trenes (su padre murió y su tío ha desaparecido), se ocupa de mantener los relojes de la estación en hora y también se entretiene en arreglar un autómata que su padre encontró en un museo y al que dedicó mucho tiempo tratando de arreglarlo. Según avanza la historia la lista de personajes va aumentando, así como las aventuras y misterios que van armando la trama.
Formalmente el libro tiene algo peculiar y es que parte del discurso narrativo corre a cargo de páginas ilustradas. Es decir, imagina que una página termina diciendo que el niño salió corriendo, al pasar la página verás una ilustración con el niño corriendo por la estación, en la siguiente página verás otra ilustración que incide en la cantidad de gente que hay en la estación, en la siguiente vuelve a aparecer el niño entre la gente y, como si de un zoom se tratara, las siguientes ilustraciones te irán acercando al niño en su carrera hasta que tropieza con alguien y cae al suelo. Al pasar la página comienza de nuevo texto diciendo, por ejemplo, "Al caer al suelo sintió (etc.)".
Hasta la mitad del libro no sabes que éste es un homenaje al cine de los primeros años, aquel cine mudo y en blanco y negro que empezaba a mostrarse como una manera nueva (y con un montón de posibilidades) de contar historias, de fabricar sueños. Y por eso hasta la mitad del libro no caes en la cuenta de que estás leyendo una película de cine mudo, en la que los fotogramas (en blanco y negro) se van alternando con los textos. Una nueva manera de articular una historia y de integrar formalmente lo homenajeado en el homenaje (el cine mudo en el libro).
Aunque en los primeros momentos de lectura no terminaba de pillarle el tranquillo a esta combinación de imagen y texto (y no dejaba de preguntarme por qué motivo el autor había optado por esta opción) también pensaba que esta decisión debía tener un sentido que no terminaba de ver. Hasta que llegó la parte del cine y ahí todo se fue ajustando a la perfección: como el engranaje de un autómata.
Además de estas cuestiones formales que me han interesado mucho, está la historia, que es una bella historia con personajes muy interesantes, entre ellos el mismo Hugo Cabret (que me recordó mucho al protagonista de Los 400 golpes de Truffaut, y que al final cita el autor. Por cierto, película que vimos ayer por la noche en casa ;)), Hugo es vehemente, perseverante, e intenta por todos los medios terminar de arreglar el autómata y resolver todos los misterios que hay alrededor de su vida. También hay otros personajes como Isabelle, papá Georges, Ettienne, etc., todos ellos muy interesantes Y también hay momentos mágicos (como el cine de aquellas primeras películas), emocionantes, dolorosos y trepidantes. Una buena mezcla.
Un libro que me ha gustado y que os recomiendo.
Saludos

No hay comentarios:

Publicar un comentario