Ayer estuve contando en el Café La Luna, en Logroño, un referente histórico, imprescindible, entre los programadores privados de espectáculos de narración oral. Habían preparado mi visita con mucho cariño y cuando llegué, a pesar del buen tiempo (qué tentación las calles florecidas de terrazas y llenas de gente con ganas de noche) y del fútbol y de la crisis, el café estaba lleno de público con hambre de historias. Y fue una maravilla. Como hace un año, como siempre. Insisto: es un lujo que exista La Luna para los narradores.
Re-estrené (y por fin conté completa) la sesión de CUENTOS PARA TRES, más de una hora y media con ocho nuevos cuentos con los que nos emocionamos, nos reímos y pasamos un rato estupendo. Una sesión distinta a todo lo que he contado antes porque tiene un marco que articula el resto de historias y que mantiene un hilo narrativo muy definido. Un homenaje a las narraciones tradicionales como el Calila e Dimna y Las Mil y Una Noches. Un reto y un gozo para un narrador.
Y aquí estoy, con una sonrisa en el corazón. Feliz.
Y para más inri recibo este enlace en el que se da noticia de un nuevo festival de narración oral en Yebes-Valdeluz (Guadalajara), con vocación de continuidad y con intención de celebrarse siempre en los alrededores del 20 de marzo, Día Internacional de la Narración Oral (que vamos celebrando los narradores, como sabéis), festival en el que participaré con una charla para padres y educadores. En Yebes-Valdeluz, donde habitan las estrellas.
De la luna a las estrellas, pasando por el corazón.
Qué días más buenos.
Saludos
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