martes, 30 de septiembre de 2014

Un millón de gotas

La pasada semana me llegaron unas recomendaciones de lectura a través de la web; María, bibliotecaria y amiga, desde Toledo me recomendaba, entre otros, el libro de Víctor del Árbol titulado Un millón de gotas y publicado por Destino en su colección Áncora y Delfín.


La historia de esta novelota (de más de 650 páginas) se va tramando con los diversos hilos narrativos que, según avanzan las páginas, van confluyendo y elaborando un completo tapiz en el que pasado y presente de hasta tres generaciones de una misma familia quedan anudados. Historias descarnadas y brutales (como el S. XX en el que se desarrollan) que encajan perfectamente y van armando el puzzle de la trama, y sobre todo, historias que se sostienen por la acción de unos personaje cuyos silencios esconden días y anhelos, personajes trágicos y verosímiles en su crudeza y en su ternura, personajes que tratan de sobrevivir al tiempo y al contexto que les ha tocado.
Sí, esta novela enorme se sostiene por una trama compleja y bien elaborada, rica y llena de matices, emociones y momentos de gran intensidad; pero también es una novela que se sostiene por unos personajes que son capaces de ponerla en pie a pesar de la vastedad de sus aspiraciones: una novela amplia como la estepa siberiana, y al mismo tiempo reconcentrada como las aguas de un lago en cuyo limo se ocultaran los secretos de la historia. Sí, inolvidables estos personajes (Elías, Anna, Igor, Esperanza, Gonzalo, Laura, Alcázar, Tania, Irina, Agustín, Javier, Claude, Martin, Luis, Zinóviev, Carlos, Siaka, Lola, Luisa...) que con sus deseos y miedos, con sus traiciones y sus acciones, nos invitan a pasear por las miserias y las bondades del ser humano.
La novela está, además, organizada de manera que la información que vamos conociendo según avanzamos en la lectura del libro nos va dando teselas que nos ayudan a ir conformando el mosaico, el cuadro, de la historia que nos cuenta el narrador. Cada paso está medido y en no pocas ocasiones avanzamos con el protagonista, Gonzalo, a tientas tratando de dar sentido a lo que está sucediendo, de entender por qué pasa lo que pasa. Pero en otras ocasiones hay información que vamos conociendo y sin saber aún cuál es el peso específico en el cómputo de la trama podemos ir vislumbrando que lo que unos personajes hacen o son acaba por alcanzar y repercutir sobre el resto de protagonistas a través de los años o de las páginas. Pocas veces como en esta novela se puede observar que la historia teje una red de araña cuyos nudos están conectados, cuyos personajes están engarzados.
Me sorprende la enumeración de los horrores y la dificultad a la hora de juzgar a los personajes: quizás no somos buenos o malos, nuestras acciones lo son; sucede además que el contexto en el que nos toca vivir y la propia historia personal determinan acaso en gran medida el juicio moral sobre estos actos. Uno no deja de pensar en la isla de Názino y en los horrores de las guerras, en las traiciones y en los actos heroicos. Uno no deja de reflexionar sobre todo esto mientras lee este estupendo libro.
Un libro intenso y enganchoso, una lectura absorbente. Un festín. Gracias María por la recomendación.
Una lectura que os recomiendo.
Saludos

2 comentarios:

  1. Me encantó este libro. Ya desde La tristeza del samurái el autor demostraba que tenía una manera propia de dibujar a sus personajes, nunca felices, siempre poliédricos, que me enamoró.
    He leído todas sus publicaciones y cada una es mejor que las anteriores
    Besos

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    1. Yo acabo de empezar con este autor y ha sido una fiesta. Seguro que no será el único de sus libros aquí anotados. Saludos

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