En estos días pasados terminé de leer dos libros que pretenden el mismo objetivo aunque desde miradas distintas.
Por un lado leí El olvido que seremos, de Héctor Abad Faciolince, en Seix Barral, un libro en el que el escritor-narrador cuenta su vida al lado de su familia y, especialmente de su padre, los años que compartieron, la actividad desbordante de su padre y, finalmente, su muerte asesinado.
Por otro lado leí Inés y la alegría, de Almudena Grandes, en Tusquets, en el que nos cuenta la invasión del Valle de Arán por parte de soldados españoles exiliados en 1944. Una historia de amor (Inés y Galán) y la invasión del Valle son los ejes de la novela.
El primero de los libros no pretende ser una historia novelada, es más bien un diario de recuerdos, vivencias y emociones, su objetivo es contar la historia tal cual la vivió el narrador (el autor del libro) para que no se olvide, para que el nombre de su padre no desaparezca, para que la entrega y la pasión con la que vivió, el bien común que buscó, no se diluya en la sombra de los días. Y sobre todo para que la injusticia de su asesinato no quede en silencio.
En el caso de Almudena Grandes conviven dos planos dentro del libro: los hechos reales (en capítulos diferenciados dentro de la novela) con la historia novelesca, con la recreación de los días y las vidas (y muertes) de quienes vivieron esos hechos reales. La realidad como espacio para la ficción y, sobre todo, la ficción para dar a conocer y acercar la realidad a los lectores.
El resultado de ambas novelas es diferente. El primero de los libros me pareció más pesado y, en algunos tramos, aburrido: a pesar de que comprendo que la figura del padre es notable y que la intención del hijo es admirable, la historia no terminó de engancharme y estuve tentado en más de una ocasión de dejar el libro a medias. Y no quiere decir que no me interese preservar la injusticia del olvido, es simplemente que el libro no terminó de entrarme. Pero hay gente a la que le ha gustado mucho (mira el blog de Juan Cruz).
El libro de Almudena sin embargo me mantuvo enganchado prácticamente en todo momento. Quizás se deba a que la maquinaria de la ficción es capaz de tirar de todo el tren de la novela o también sea debido a que el tema que trata me interesa.
La autora continuará con estos Episodios de una guerra interminable (al modo de Galdós o de Aub), a ver qué tal. Yo sigo prefiriendo una novela suya maravillosa, que toca este tema y que fue detonante de estos episodios: El corazón helado.
Saludos
No hay comentarios:
Publicar un comentario