Acabo de terminar de leer Lejos como mi querer, de Marina Colasanti, en Grupo Editorial Norma. Supe de los textos de esta autora gracias a mi amigo y colega de oficio Carles García, que no para de recomendarla. De hecho, no es el primer libro que leo de ella.
Lejos como mi querer es una colección extraordinaria de delicados cuentos llenos de poesía, luz y hondura; cuentos florecidos de símbolos que les permiten llegar a diversos niveles de interpretación y disfrute; cuentos con mucho sabor a tradición sin concesiones.
El estilo de esta escritora es muy depurado y poético, por eso la lectura no ha sido rápida, sino demorada, leyendo un cuentecito o dos por día para saborearlos y relamerlos.
Ha habido algunos cuentos que me han gustado mucho mucho, por ejemplo: "Luz de linterna, soplo de viento", "Río abajo, río arriba", "Lejos como mi querer", "Con su voz de mujer"...
Este último cuento, "Con su voz de mujer", nos habla de los cuentos contados como de un regalo de los dioses, y nos explica cómo fue la primera vez que los seres humanos escucharon un cuento:
"Contó una historia que había sucedido en su mundo, aquel mundo donde todo era posible y donde el vivir no obedecía a reglas pequeñas como las de los hombres. Era una larga historia, una historia como nunca nadie había contado en aquella ciudad donde no se contaban historias. Y las mujeres oyeron, con los ojos muy abiertos, mientras el hilo salía fino y delicado entre sus dedos. Y los hombres oyeron, olvidando las herramientas. Y el niño que lloraba se adormeció en el regazo de la madre. Y los otros niños vinieron a sentarse a los pies del dios. Y nadie habló nada mientras él contaba, aunque en sus corazones todos estuvieran contando con él." (pp. 192-194)
[¿Qué efecto tenían los cuentos?]: "Los hombres sonreían al hacer sus labores, las mujeres cantaban y hacían amplios gestos con sus brazos, y los niños corrían y daban volteretas, temblando de placer. El tedio había desaparecido." (p.195)
[¿Y cómo se transmitieron los cuentos entre los seres humanos?]: "Fue entonces cuando una mujer que había estado en el establo [donde el dios contaba los cuentos] empezó a repetir las historias del dios a otros habitantes de la ciudad. Repetir exactamente, no. Aquí y allí agregaba cosas, suprimía otras, y cada historia, siendo la misma, era otra. Más que contar, recontaba. Luego hubo un joven que hizo lo mismo. Y, después de un tiempo, nadie pudo decir ya con certeza de dónde venía esta o aquella historia, y quién la había contado primero." (pp. 195-196)
En fin, un libro hermoso y lleno de sabiduría y buena literatura. Totalmente recomendable.
Saludos
lejos como mi querer lo e leido mas de 10 veses
ResponderEliminarnecesito la obra completa
ResponderEliminarurgentemente
porfe
ahorita mismo...