A pesar de que en estos días de verano no voy a hacer notas de lectura muy exhaustivas no quiero dejar de señalar los libros hermosos que leo. Vaya aquí esta muestra. Acabo de terminar de leer El vino de la soledad, de Irène Némirovsky, traducido por José Antonio Soriano Marco y publicado por Salamandra en su colección de narrativa.
El libro nos cuenta la infancia y juventud de Elena en los años de principio del S. XX, momentos convulsos para una Europa que vivió la I Guerra Mundial, la revolución rusa y la locura de los años 20 con su debacle económica. Elena pertenece a una familia rusa, rica, que vive en el lujo y la frivolidad. Bella, la madre, preocupada por el dinero y los amantes, Boris, el padre, obsesionado por la especulación y el juego, y Max, primo de Elena y amante de su madre, conforman un entorno asfixiante en el que la niña crece amparada por Rose, su institutriz y, acaso, la única de la que recibe algo de amor.
Un libro que tiene personajes inolvidables y que invita al lector, la lectora, a acompañar a Elena en su periplo por Europa y en sus días de infancia y juventud. Una historia hermosa y dura, contada con una prosa limpia y brillante, llena de emociones. Deslumbran los diversos episodios, los momentos de infelicidad y las treguas felices, los encuentros y descubrimientos, el hallazgo del amor, el deseo de venganza. Contrasta la decadencia de los adultos de la familia y sus días con la esperanza que se abre al final de la novela para la joven protagonista, y es que sobre todo, emocionan las últimas páginas en las que vemos volar por fin a Elena, llena de fuerza, lavándose de un triste pasado con la lluvia de los Campos Elíseos.
Un libro hermoso. Una lectura maravillosa. Un disfrute completo desde la primera a la última página. Totalmente recomendable.
Saludos
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