Acabo de terminar de leer Alma y la isla, una novela escrita por Mónica Rodríguez que cuenta con ilustraciones de Ester García y que ha publicado Anaya. Esta novela ha sido merecedora del XIII Preimo Anaya de Literatura Infantil y Juvenil.
La novela nos cuenta la historia de Alma, una niña rescatada del mar que va a vivir a la casa de Otto. El niño se siente desplazado ante esta intrusa que ocupa su cuarto, su cama y que también está ocupando el corazón de su familia. Sin embargo con el paso de los días (y gracias a la ayuda de un pequeño amuleto) Otto empieza a entender de dónde viene Alma y cómo ha sido su vida y su viaje hasta allí.
Este es un libro que acerca el drama de los refugiados a los jóvenes lectores y que nos ayuda a mirar desde la mirada del que huye de la guerra y emprende un viaje (duro, muchas veces inhumano, terrible) en busca de una vida digna. Hay otros libros que hablan de refugiados, libros urgentes en estos tiempos que corren, libros que he traído ya aquí (por ejemplo: Me llamo Suleimán, o La isla y Akim corre, entre muchos otros). En la novela de Mónica Rodríguez encontramos elementos comunes a estos otros títulos: la llegada de un extraño a la confortable vida del protagonista (como sucede en La isla), o la vida y el viaje de ese refugiado que busca un lugar donde vivir dignamente y sin guerras (como en Akim corre), pero también hay elementos propios de este libro, como por ejemplo la relación entre Otto y Alma, una historia común que es capaz de desbordar los prejuicios, el rechazo, la resistencia tenaz... a base del conocimiento del otro, de la empatía. Para lograr esto la autora utiliza un amuleto (un objeto mágico) que permite ver desde la mirada del otro, desde el recuerdo del otro. Este elemento mágico también resulta propio de esta novela y facilita el acercamiento entre los personajes y también del acercamiento del lector, la lectora.
Hay otro aspecto que no quiero dejar de decir: me gusta mucho cómo escribe Mónica, cómo utiliza las palabras, cómo las engarza y elabora imágenes. Cómo cuenta. Sí, me gusta mucho. Disfruto mucho leyendo sus libros, y claro, también éste.
Igual que me gustan mucho las ilustraciones de Ester que llenan de color una historia que podría haber sido muy gris.
Por último deciros que en este libro me he encontrado con algunos cuantos momentos en los que se cuentan historias (la abuela de Otto es una estupenda narradora). Por ejemplo:
"Chismorreaban sobre la gente de la isla, sobre las últimas mareas y, cuando todo era casi negro y las estrellas se apretaban en lo alto, narraban historias fabulosas. (...) Mi abuela era de las que mejor contaba. Se apretaba en su chal y miraba con aquellos ojos que guardaban mucho de lo azul y que eran pequeños y brillantes, escondidos en el ovillo de sus párpados llenos de arrugas.
Su voz era la voz de todas las mujeres que habían contado antes que ella.
Mis hermanos escuchaban fascinados, con las mejillas encendidas por el viento y por el bullicio del día, hasta caer rendidos en un sueño protector." (p. 12)
"Mis hermanos probaron a sacarla [a Alma] de debajo de la mesa camilla con juguetes y cucherías. La abuela lo intentó contándole una de sus fábulas. Todos se sentaron alrededor de la mesa y yo seguí de pie, enfurruñado, y escuchamos su voz, que era la voz de todas las mujeres que habían contado cuentos antes que ella. La luz iba tiñéndose de oscuro y hasta el aire parecía entibiarse con sus palabras." (p. 43)
Saludos
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