Los atlas siempre son un paseo entretenido para la gente curiosa (sea o no viajera), pero este, como verás si tienes la oportunidad de hojearlo, es una fiesta de principio a fin.
El libro tiene un generoso formato (si no no habría sido posible meter ahí el mundo todo), unas cuidadísimas ilustraciones llenas de detalles, una completa información elegida con esmero e inteligencia que nos cuenta de manera desordenadamente ordenada mucho y muy variado. Sentarse cómodamente y pasar sus páginas y dejarse perder por sus detalles, sus textos, sus curiosidades, es un viaje apasionante y gozoso.
Me acuerdo cuando era niño pasando las páginas de un viejo atlas (muy formal, muy serio) en la casa de mis padres durante las tardes de verano (a refugio del calor en la biblioteca): acaso en aquellos momentos empecé a ser consciente de la enormidad del mundo en el que vivía, de la variedad de sus gentes y sus culturas; o acaso aquello fue un primer paso del largo viaje de los días. Aún recuerdo aquel viejo atlas, y hoy, viendo esta delicia que ha publicado Maeva, no dejo de volver a esas tardes y no quiero ni imaginar cómo habrían sido si hubiera podido disfrutar de un libro como este.
Este libro es en verdad un regalo, un festín para el ojo, la cabeza y el corazón.
Absolutamente recomendable.
Saludo
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