De mis últimas y muy agradables lecturas de Haruki Murakami, dos citas sobre contar (ya sabéis, no me resisto, este oficio mío me tiene loco).
De Sputnik, mi amor, en Tusquets, en p.165:
"Todas las cosas deben ser contadas cuando llega el momento. Si no, uno sigue eternamente encadenado a su secreto".
Coincido plenamente en que hay historias que eligen su momento para ser contadas, y no hacerlo, no ser capaz de "escuchar" a la historia que implora salir por esa boca, esa lengua, esos ojos... puede ser fatal: la historia crece y busca espacio, se adentra en el cerebro, se desliza por los vasos sanguíneos, obtura los meatos, succiona el tuétano de los huesos. Lo dicho, fatal. Todas las cosas deben ser contadas cuando llega el momento. Así es.
De Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, en Tusquets también, p.82:
"Cada relato era una interesante historia de suspense, pero cualquier historia del mundo tiende a perder su brillo cuando la oyes por séptima u octava vez. Además, no las contaba con el tono de voz adecuado a un relato. Tenías la sensación de que estaba gritando hacia el otro lado de un barranco un día de viento fuerte".
En esta ocasión no me queda más que discrepar. Hay algunas historias que las he contado (y las he oído) cientos de veces, y creo que siguen teniendo su brillo, y eso es debido posiblemente a que cada vez es una nueva vez, siempre es distinto, porque la historia se cuenta en un contexto único e irrepetible, con un público y en un estado de ánimo diversos: porque nunca te bañas dos veces en el mismo río.
Hay también niños que piden continuamente una misma historia, y la pueden oír decenas e incluso cientos de veces, y siguen deslumbrados por sus palabras y su trama, por lo que cuenta y la carga que lleva.
Una buena historia, bien contada, no pierde nunca su brillo.
Otra cuestión es que la forma de contar del cuentista no fuera buena, como sugiere el propio narrador del libro de Murakami. En ese caso incluso la mejor historia se puede desinflar, y no hace falta escucharla ocho veces para que se hunda.
De cualquier forma, leed a Murakami, él sí sabe contar buenas historias.
Saludos
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