Estoy terminando de leer Las cenizas de Ángela, de Frank McCourt (en Maeva), recientemente fallecido. El libro es una autobiografía en la que el autor cuenta, en presente, sus primeros años de vida. Terrible vida: hambruna, pobreza, brutalidad, alcoholismo, insalubridad, miseria... Un libro tremendo en el que, como pequeñas luciérnagas, brillan de vez en cuando gotas de esperanza.
La época de la que habla es la década de los años treinta y cuarenta del pasado siglo, y en el libro podemos encontrar muchos momentos en los que los cuentos tienen presencia, sobre todo en momentos de hambre y desesperanza, en los que los cuentos se convierten en el único alimento posible. Y también en momentos de celebración y encuentro: en velatorios, reuniones familiares, etc. Os pongo aquí unos ejemplos.
Uno. "Mi padre está en la cocina tomando té negro en su gran tazón blanco esmaltado. Me levanta y me sienta en su regazo.
-Papá, ¿me cuentas el cuento de Cu Cu?
-Cuchulain. Dilo conmigo: Cu-ju-lín. Te contareé el cuento cuando digas bien el nombre Cu-ju-lín.
Yo lo digo bien y él me cuenta el cuento de Cuchulain, que cuando era un muchacho tenía un nombre diferente, Setanta. [cuenta el cuento]
Este es mi cuento. Papá no puede contar este cuento a Malachy ni a ningún otro niño de los otros apartamentos del pasillo.
Termina el cuento y me deja probar su té. Está amargo, pero yo soy feliz sentado en su regazo" (pp. 19-20)
Dos. [En el velatorio de un hermano pequeño del protagonista] "Pa Keating contaba cuentos divertidos y los mayores se reían, a pesar de que no querían reírse o de que no debían reírse delante de un niño muerto. [cuenta una historia divertida y algo escatológica] La tía Aggie sollozó y dijo que aquel no era un cuento decente para contarlo delante de un niño muerto, y la abuela dijo que era mejor escuchar un cuento así que estar sentados con las caras largas." (p.89)
[Otro velatorio:] "Podréis venir al velatorio y habrá jamón, y queso, y bollos, y jerez, y gaseosa, y de todo, y podréis escuchar las canciones y los cuentos toda la noche. ¿Quién puede rechazar eso? Nada como un velatorio para pasar un buen rato." (pp. 181-182)
Tres. [También hay lecturas en voz alta de cuentos, por ejemplo:] "Mikey nos lee un cuento que yo no había oído nunca, un cuento cochino que trata de Cuchulain y que yo no podré contar nunca a mi padre ni a mi madre, un cuento de cómo Cuchulain tomó por esposa a Emer. [cuenta la historia, divertida] Mikey y Malachy se ríen con este cuento, aunque no creo que Malachy lo entienda. Es pequeño y le falta mucho para hacer la Primera Comunión y sólo se ríe de la palabra mear." (p. 131)
Cuatro. "Antes de acostarnos nos sentamos alrededor del fuego y si le decimos papá, cuéntanos un cuento, él se inventa un cuento que trata de alguien del callejón y el cuento nos lleva por todo el mundo, por los aires, bajo el mar y de vuelta al callejón. Todos los que salen en el cuento son de un color diferente, y todo está patas arriba y al revés. Los automóviles y los aviones van por debajo del agua y los submarinos vuelan por el aire. Los tiburones se posan en los árboles y los salmones gigantes juegan en la luna con los canguros. Los osos polares luchan con los elefantes en Australia y los pingüinos enseñan a los zulúes a tocar la gaita. Después del cuento nos lleva al piso de arriba y se arrodilla a nuestro lado mientras rezamos. [...] Yo pienso que nuestro padre es como la Santísima Trinidad, que tiene tres personas diferentes: el de la mañana con el periódico, el de la noche con los cuentos y las oraciones y el que hace la cosa mala y llega a casa oliendo a whiskey" (p.223)
Cinco. [también hay lugar para las poesías] "Seamus viene a la sala [del hospital] tres veces por semana y se trae aprendidas poesías nuevas [...] Recita la poesía y a todos los que están en la sala les encanta. Quieren aprendérsela, y él la recita tres veces más hasta que toda la sala está recitando [...] La recitan ahora con Seamus y, cuando termian, todos lo vitorean y lo aplauden y Seamus se ríe, satisfecho de sí mismo." (p.245)
Seis. "Nos quedamos sentados en el suelo y nos contamos cuentos que hablan de cosas que han pasado de cossas que no han pasado nunca y de las cosas que pasarán cuando nos vayamos todos a América".
Hay algunos ejemplos más, pero estos son suficientes para comprender la importancia de la oralidad en la vida de los protagonistas del libro. No olvidemos que no es una novela, que se trata de una autobiografía. Los cuentos van de la mano, en muchos casos, de los pocos momentos de felicidad que encontramos en el libro.
El cuento como vínculo íntimo con el narrador (uno), el cuento como un modo de superar la tristeza y los malos momentos (dos-a); el cuento como corazón de la fiesta, el juego y la reunión (dos-b, tres, cuatro, cinco y seis). Y siempre el cuento como posibilidad, como ventana, como escapada, como sueño. El cuento como puente, como camino para imaginar otras vidas posibles.
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