Estoy leyendo (en algunos casos releyendo) los Cuentos para niños de Isaac Bashevis Singer, en Anaya, con ilustraciones de Javier Sáez Castán, introducción de Vicente Muñoz Puelles y traducción de Andrea Morales. Por lo que yo sé este escritor es el único que ha ganado el premio Nobel de Literatura escribiendo en yiddish.
Sus cuentos tienen mucho sabor a tradición y están empapados de la cultura judía. Eso los hace interesantes (para conocer otras culturas) y, en algunas ocasiones, los distancia un punto del lector. Particularmente me gustan mucho (algunos más que otros pero en general todos me gustan) y los estoy disfrutando de lo lindo (mi favorito: "La cabra Zlateh", que conseguí en una edición de Lumen, de segunda mano, con ilustraciones maravillosas de Maurice Sendak), es como viajar a otro país, a otra cultura, a otro mundo.
Sus cuentos tienen mucho sabor a tradición y están empapados de la cultura judía. Eso los hace interesantes (para conocer otras culturas) y, en algunas ocasiones, los distancia un punto del lector. Particularmente me gustan mucho (algunos más que otros pero en general todos me gustan) y los estoy disfrutando de lo lindo (mi favorito: "La cabra Zlateh", que conseguí en una edición de Lumen, de segunda mano, con ilustraciones maravillosas de Maurice Sendak), es como viajar a otro país, a otra cultura, a otro mundo.
"Siempre sentía vergüenza al ir al cheder [escuela religiosa para niños pequeños] y a menudo rogaba a Dios que me permitiese crecer con más rapidez para que se acabara aquello de ser niño. Pero también tenía algunas satisfacciones. A todos los niños les gusta oír contar cuentos y yo había adquirido reputación de buen narrador. También era capaz de adornar con mis propias fantasías las historias que leíamos en el Pentateuco. En época de Hanukkah el maestro estudiaba con nosotros la parte que trataba de José y sus hermanos. Yo retenía el significado de las palabras hebreas mejor que muchos de los demás niños, y repetía la historia como si hubiese estado allí en persona. Los sueños de José fueron mis sueños. Los hermanos me enviadaban y me vendieron como esclavo a los ismaelitas, que a su vez me vendieron a los egipcios. Putifar me mandó encarcelar [etc.]" (pp. 66-67)
Una buena definición de un buen narrador: aquel que se apropia de la historia y la hace suya, la vive en sus carnes y como tal, la cuenta. Perfecto.
Otra frase antológica: A todos los niños les gusta oír contar cuentos. No dejéis de decírsela a profes, madres, padres, bibliotecarias, abuelas, vecinos, amigos, despistados...
Saludos
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