El otro día Félix Albo pasó por casa y trajo a mis hijos un libro del que había estado hablando con ellos: Danny el campeón del mundo, de Roald Dahl, en Alfaguara. No he podido evitar coger el libro y releerlo en estos días. Hacía tiempo que no leía nada de Roald Dahl, hace unos años devoré uno tras otro todo lo de este autor que caía en mis manos, se trató, sin duda, de un felicísimo atracón de buenas lecturas.
Hoy, según terminaba el libro, he rememorado la sensación que tenía siempre que leía algo de Dahl, en casi todas las ocasiones tras la última página, cuando cerraba un libro suyo para dejarlo en la estantería, pensaba: joder, qué bueno que es. Y hoy insisto: joder, pero qué bueno que es.
Un escritor ingenioso, divertido, con tramas estupendas, con personajes inolvidables, sin concesiones, valiente... quien esto escribe sospecha que hoy en día un Roald Dahl no sería publicado, es a veces tan políticamente incorrecto.
Lo cierto es que he disfrutado de un buen rato de lectura y además me he encontrado con algunas perlas porque, en este libro, el padre, además de hacer otras muchas cosas, cuenta cuentos a su hijo.
"Mi padre [...] era un maravilloso narrador. Inventaba un cuento para mí todas las noches, y los mejores se convertían en seriales y continuaban muchas noches seguidas" (p. 18)
"A veces, mientras me conaba sus cuentos, mi padre paseaba arriba y abajo agitando los brazos y moviendo los dedos. Pero generlamente se sentaba cerca de mí, en el borde de mi litera, y hablaba muy bajito." (pp. 18-19)
"A mí me encantaba la expresión lejana e intensa que aparecía en la cara de mi padre cuando estaba contando un cuento. Su cara se ponía pálida, serena y distante, y no advertía nada de lo que le rodeaba." (pp. 19-20)
Maravillosos los tres párrafos, pero sobre todo el tercero y el segundo, que nos hablan de un narrador en estado puro, que ha abandonado el aquí y ahora para dejarse llevar al allá y siempre, un narrador honesto porque cuenta lo que ve, lo que de verdad ve, que no es, precisamente, lo que le rodea.
Ese visualizar la historia es una de las claves de la narración oral. Y ese dejarse arrastrar por ella, abandonarse en su trama es, sin duda, una de las claves de la excelencia: contar siempre intensamente, desde la verdad, desde la emoción.
Si es que Roald Dahl era un genio. No-dejéis-de-leerlo.
Saludos
Normalmente se asocia a Roald Dahl con la literatura infantil y juvenil pero tiene también un registro para adultos (aunque en el fondo todos sus libros puedan ser para adultos).Recuerdo que yo leí Tales of the unexpected en la E.O.I. y no sólo me resultaron interesantes, sino que me daba la impresión de que la resolución de sus intrigas había sido muy copiada (en series,...)
ResponderEliminarHola José María. Los libros de cuentos para adultos de Dahl son también maravillosos, en aquella época que devoré sus libros estos también cayeron. Tal vez sea tiempo de relecturas...
ResponderEliminarEn cuanto a lo que comentas de resolución de intrigas, si no me falla la memoria creo que Roald Dahl trabajó también como guionista. Creo recordar que en aquella serie de Alfred Hitchcock Presenta varios de sus capítulos son de Dahl, trato de confirmarlo.
Abrazos
Pues entonces fue eso. Creo que sí que fue en una serie de Hitchcock.
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