miércoles, 2 de marzo de 2011

Intermediarios, mediadores, críticos

No están de moda los intermediarios. Se han ganado a pulso la mala fama a costa de incrementar los costes para llevarse una parte del pastel. Su trabajo sólo es intermediar. Los tenemos asociados a las subcontratas o al incremento del precio de un producto, más por cuantas más manos pasa.
Ahora está más de moda hablar de mediadores. Los mediadores. Quizás este término es más limpio y, sobre todo, está todavía desvinculado de la idea economicista de beneficio.
Oía ayer por la radio que internet está eliminando a muchos intermediarios, que resulta más fácil contactar directamente con el trabajador o acceder más directamente al producto. Y sobre todo se felicitaban porque con internet sabemos "la opinión del hombre de la calle".
Es decir, uno ya no va a la agencia de viajes, busca en internet los hoteles de la ciudad a la que va a ir y lee las opiniones de otros usuarios que fueron antes.
Todo esto tiene un valor indudablemente positivo. Pero también lo tiene negativo. La denostada figura del intermediario, del mediador, del experto en esa cuestión (del crítico, en fin) tenía algo que importa mucho: criterio.
Me ceñiré al caso de los libros. Las bibliotecarias, las profesoras, son mediadoras o intermediarias entre los libros y los niños y niñas. Ellas tienen (o deberían tener un criterio) para elegir uno u otro título.
Sin embargo cualquiera puede abrir un blog y escribir de libros sin tener ningún criterio definido, o pedir opiniones de libros a los "lectores anónimos". Nos fiamos de ese tú a tú directo entre gente supuestamente consumidora igual que nosotros. Y cualquiera puede decir cualquier cosa de cualquier libro sin ningún criterio ni conocimiento (estudio) previo que avale sus argumentos, y de manera anónima.
A mí me interesa la opinión de los críticos. Hay críticos cuya opinión me interesa y críticos cuyo gusto no coincide con el mío pero me hacen pensar sobre lo que dicen. Sin embargo con este tú a tú cibernético los críticos, los mediadores, los intermediarios... están desapareciendo. Y todo el mundo parece saber de todo.
A mí me gustan los intermediarios, los mediadores, los críticos, la gente que sabe y comparte lo que sabe (aunque nos cobre por ello), y lo demás me interesa poco.
Además, esta "democratización" del conocimiento (cada vez menos crítico y reflexivo y profundo) es también falsa: cada vez hay más editoriales que contratan los servicios de "agitadores", gente que con nombres diversos y máscaras diversas que opinan en foros de manera interesada como si fueran "anónimos lectores de la calle".
Cada vez sabemos menos. Cada vez somos más fácilmente manipulables. Cada vez son más marcianos gente como Carlos Boyero o, ya en LIJ, Ana Garralón, Gustavo Puerta Leise, Victoria Fernández...
En fin. Saludos

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