Cuentan los que viven aquí hace tiempo que es un momento extraño, por un lado la esperanza de la democracia y de un nuevo orden de cosas, y por otro lado el miedo a que los integristas se hagan con el poder y trunquen las esperanzas futuras y los logros pasados.
Todo está por hacer y los tunecinos esperan que el papel en blanco sobre el que se dibuje el futuro soportará tantos anhelos como alimentan. Pero mientras esto se espera y desea, al mismo tiempo, cada día hay más mujeres que se ponen velo y cada vez es más usual ver a "barbudos" por la calle, algo que antes de la revolución era una rareza.
Túnez es un país moderno, con leyes que permiten a las mujeres trabajar, divorciarse, abortar... veremos en qué para todo esto tras las futuras elecciones.
Hoy por hoy Túnez es un país donde todo puede suceder. Una enorme, inmensa ilusión en la que todos tenemos la mirada puesta.
Por otro lado, la vida continúa: las terrazas llenas de gente, grupos de hombres caminando por las calles, puestos ofreciendo sus mercaderías, camiones recogiendo las basuras tras la huelga de los últimos días, gente hablando por sus móviles, taxis con clientes, museos abiertos...
Hoy me acerqué con Teresa hasta Cartago y Sidi. Cartago tiene unas cuantas ruinas de la época cartaginesa y de la romana. Aunque no es algo esplendoroso, sí que da una medida de lo que fue Cartago. Ya en casa pondré alguna foto aquí de la visita.
Sidi, por otro lado, es un hermoso pueblo preparado para el turismo, calles blancas, puertas azules, piedras viejas, y claro, precios inflados. Un paseo agradable y cosmopolita, con terrazas ideales para tomar un zumo de naranja o un té mientras se ve la puesta de sol sobre el mar.
Mañana más
Saludos
¡ Qué suerte la tuya! Ya te dije que me encantaría ser un trotamundos, bueno trotamundas. Un abrazo desde Extramadura.
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