Con todo el lío de la pasada semana no pude comentar el excelso documental de Claude Lanzmann, Shoah, del que os he hablado ya antes en un par de ocasiones, pero que hasta hace una semana no había conseguido ver completo y del tirón (son nueve horas de documental, ahí es nada). Sí había visto el documental a trozos y prácticamente completo, pero volver a verlo y seguido ha sido una experiencia insólita.
La película no tiene banda sonora ni recurre a imágenes de archivo, es una sucesión de entrevistas a personas o grupos que, de alguna manera, estuvieron vinculados con el exterminio de los judíos, con el Holocausto: víctimas, victimarios, estudiosos, testigos, interesados... También hay momentos en los que se vuelve a los lugares de la tragedia y se filma en su estado actual.
A partir de entrevistas (algunas con cámara oculta) se va reconstruyendo la historia, de forma desnuda, a través de pura palabra: historia oral. Uno no deja de admirar la fuerza de la palabra dicha para hacernos entender, de verdad entender, la magnitud del espanto.
Hay muchos momentos emocionantes (por ejemplo en la peluquería; o cuando pasa de nuevo cantando en la barca; son incontables), momentos espeluznantes (en la cervecería; con la cámara oculta en la entrevista al SS; o cuando hablan los judíos de los "equipos de trabajo"), momentos deslumbrantes (las palabras del historiador; las entrevistas a los polacos -donde se puede percibir el antisemitismo que existía), momentos de gran tristeza.
En fin, un documental excepcional, enorme, imprescindible para vislumbrar la magnitud del drama y el nivel de maldad a que es capaz de llegar el ser humano.
Saludos
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