sábado, 12 de noviembre de 2011

El abrazo de la muerte

En esta mañana con sol tímido de noviembre, me he quedado leyendo un libro en casa. Se trata de El abrazo de la muerte, de Concha López Narváez y María Salmerón López (su hija), con ilustraciones de Francisco Solé y publicado en Anaya.
El libro contiene tres cuentos largos de miedo: "El abrazo de la muerte", "Los grajos" y "La muchacha de blanco". Al ser tres cuentos las impresiones tras la lectura pueden ser diversas, pero creo que en todos hay una unidad lograda: la atmósfera inquietante que atraviesa sus páginas.


El género del miedo es, según creo, uno de los más difíciles: me resulta muy difícil escribir cuentos de miedo, contar cuentos de miedo y leer cuentos que me den miedo. El género pareció agotarse con sus pioneros (Poe, Lovecraft), aunque luego ha seguido habiendo autores que lo han cultivado de manera exitosa (recomiendo en este sentido la excelente antología Felices pesadillas, en ed. Valdemar), pero cada paso exitoso suponía un nuevo reto, porque el lector/oyente/público asumía ese peldaño y, pasada la sorpresa inicial, "ya no daba miedo": el aumento en las expectativas del público en este sentido es continuo.
En este sentido es interesante recordar la película de El exorcista que, en su momento, fue paradigma del cine de miedo y que en su reposición (25 años después) despertaba algunas carcajadas entre quienes asistían de nuevo a las salas para verla. No es baladí que citemos al cine, pues desde sus inicios se ha embarcado en esta loca ascensión de expectativas con respecto al miedo y se ha nutrido, no poco, de buenas historias ya consolidadas en los libros.
De cualquier manera de vez en cuando uno puede toparse con alguna película o algún libro que te estremece, que te genera inquietud, que llama a la puerta de tus miedos más hondos. Y eso siempre es una buena noticia.
En este sentido creo que El abrazo de la muerte tiene al menos dos cuentos (los dos primeros) que me han interesado mucho y que me han mantenido pegado al libro, llegando a producirme, en algún momento, un estremecimiento. Me ha gustado mucho el primer cuento que, desde las primeras páginas, ha conseguido embarcarme en una atmósfera inquietante y que me ha llevado directamente a ese hotel, a esa habitación. El estilo pulcro, limpio, directo, te lleva firmemente hacia su objetivo: una cámara oculta donde se esconde un oscuro secreto. Hay momentos en los que puedes anticipar qué sucederá, pero siempre la lectura es satisfactoria. Quizás en este último cuento el final resulta algo fallido. Por mi parte, si llegara a contarlo, creo que lo cambiaría por uno (que pienso es) algo más efectivo y cerrado (he llegado incluso a tomar algunas notas, jejejeje).
El segundo cuento también me ha gustado bastante, a pesar de que la redundancia del personaje principal, su torvo pensamiento recurrente, en algún momento se vuelve demasiado reiterativo, sin embargo funciona. Tiene además un momento glorioso cuando el protagonista entra en la habitación de su tío (no desvelaré nada, no os preocupéis), un momento que me ha evocado a Roald Dahl (en sus textos más implacables). Este segundo cuento tiene, según creo, un buen final, en el estilo de los clásicos (Poe) y que, inevitablemente, nos recordará alguna buena película del género (¡no doy más pistas!).
El tercer cuento, sin embargo, me parece el menos interesante de los tres, quizás porque desde los primeros compases de la lectura uno puede sospechar la verdad de la historia que se avecina, una historia que no es tanto de miedo como de remordimientos, celos, cobardía...
En suma, un libro que me ha gustado, que he leído con interés, y que he disfrutado en buena medida. Una lectura recomendable, sobre todo si os interesa el género.
Saludos

2 comentarios:

  1. Pues me ha pasado como a ti. Lo leí hace un mes o así, buscando historias para los cuentos de la muerte de Radiquero y el tercero me decepcionó un poco. Era predecible desde el principio. Mi hermano que es cocinero dice que una comida será buena o mala según el postre. Este libro se me desmoronó un poco por el postre flojo.
    ¿Has leído El cementerio sin lápidas de Gaiman? Tiene un cuento que se llama La lápida de la bruja que me llamó mucho la atención. El protagonista es un niño que desde bebé vive en un cementerio.
    Un beso
    Sandra

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  2. Sandra, qué coincidencia ;)) muchas gracias por la recomendación, tomo nota.
    Un abrazo y da recuerdos a la familia :))))

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