Aprovechando que hoy no estaba el día para salir a la calle (inolvidable tormenta de nieve) he pasado el sábado disfrutando con la lectura de No se lo cuentes a los mayores. Literatura infantil, espacio subversivo, un libro escrito a finales de los 80 del pasado siglo por Alison Lurie que fue traducido por Elena Giménez Moreno y publicado en 1998 por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez en su colección "El árbol de la memoria".
Este libro plantea a la infancia como una sociedad aparte, una cultura con sus propio folclore y textos, y analiza todo ese material propio de la infancia desvelándonos su trasfondo subversivo y su capacidad de poner el mundo de los adultos patas arriba y, así, mostrarnos sus vergüenzas. Para ello la autora reúne una colección magnífica de ensayos sobre obras y autores y autoras de la LIJ de finales del S. XIX y principios del XX en el Reino Unido, ensayos en los que analiza con conocimiento y meticulosidad vidas y obras para, de esta manera, mostrarnos su capacidad para asir el mundo, transformarlo, imaginarlo, desvelarlo... y, sobre todo, para evidenciar el poder subversivo de esta literatura que niños y niñas disfrutan.
Este planteamiento inicial ya bastaría para recomendar encarecidamente el libro, pero es que ocurre que hay dos capítulos que me han parecido fundamentales para quienes vivimos abrazados al cuento de tradición oral y a otros materiales del folclore infantil, se trata del capítulo 2) "La liberación por medio de los cuentos populares" y el 16) "El folclore en la infancia". El primero de estos dos capítulos lo tengo muy subrayado y lleno de notas y es, en mi opinión, sencillamente preclaro; en él se habla del viaje del cuento de tradición oral desde las clases populares a la infancia y se analizan algunas cuestiones bien interesantes (la mirada feminista, lo simbólico y lo evidente, la identidad de clase...). Con el segundo, el dedicado al folclore infantil, me pasa exactamente lo mismo. Ambos son deslumbrantes.
Sólo por estos dos capítulos dedicados al cuento popular y al folclore ya recomendaría este libro, pero es que resulta que el resto de capítulos/ensayos son, insisto una vez más, magníficos, y en ellos se analiza y reflexiona sobre la vida y la obra de autoras y autores como Kate Greenaway, la señora Clifford, Ford Madox Ford, Beatrix Potter, E. Nesbit, James Barrie, Frances Hodgson Burnett, A. A. Milne, Tolkien, T. H. White, Richard Adams y William Mayne. He disfrutado mucho de cada capítulo, he conocido más y mejor obras que ya había leído y he descubierto otros títulos que no conocía y que ya están en mi lista de próximas lecturas. Es un libro que es una puerta que abre otras muchas puertas. Y además lo hace con erudición pero de manera muy amena. Una maravilla.
Por cierto, antes de terminar quería señalar algo que tiene que ver con contar cuentos y, en concreto, con algo de lo que hablé hace ya unos años en esta entrada, "Mirar para escribir, contar para escribir", y que tiene que ver con el hecho de que muchos autores y autoras han contado las historias de forma oral antes de pasarlas por escrito. En este libro se citan no pocos ejemplos de esto: lo hacía la señora Clifford con sus hijas (p. 83), lo hacía Ford Madox Brown con su hermana (p. 89), lo hacía James Barrie con los niños Davies (p. 135), etc.
En suma, un libro que he disfrutado y que os recomiendo.
Saludos
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