Acabo de terminar de leer El Hablador, de Mario Vargas Llosa, en Seix Barral.
Ya desde el título este libro parece pensado para alguien con mi oficio, pero es que te adentras en sus páginas y cada palabra te confirma que tus sospechas eran mucho más que ciertas.
La vida y cultura de los machiguenga, una etnia nómada de la Amazonía Peruana, y cómo su forma de vida se imprime en el alma de Mascarita transformándole por completo, son los dos ejes que articulan el libro.
Los machiguenga (puedes ver unas fotos de ellos en este blog) son nómadas, caminan por la Selva del Amazonas; su tradición les dice que mientras ellos caminan el sol se mueve, y que cuando dejen de andar el sol no volverá a salir. ¿Qué cohesiona a esta etnia tan dispersa? Los habladores, personas que van de un grupo a otro hablando y contando desde los viejos mitos hasta los últimos sucedidos y novedades ("el hablador no sólo trae noticias actuales. También del pasado. Es probable que sea, asimismo, la memoria de la comunidad. Que cumpla una función parecida a la de los trovadores y juglares medievales" (p.91) "sus bocas eran los vínculos aglutinantes de esa sociedad a la que la lucha por la supervivencia había obligado a resquebrajarse y desperdigarse a los cuatro vientos" (p.90) "[los habladores] hacían larguísimas travesías de días y semanas llevando y trayendo historias de unos machiguengas a otros, recordando a cada miembro de la tribu que los demás vivían, que, a pesar de las grandes distancias que los separaban, formaban una comunidad y compartían una tradición" (p.91)).
Como os podréis imaginar hay bastantes citas, más que sobre el hecho de contar, sobre la responsabilidad de contar, o sobre el valor de contar. Aquí os dejo algunas.
"[Los habladores] son una prueba palpable de que contar historias puede ser mucho más que una mera diversión" (p. 92)
"Yo, ¿qué tengo? Las cosas que me cuentan y que cuento, nada más." (p.116)
"Para oír, hay que saber escuchar." (p.122) "Todos tienen algo que contar. Eso es, quizás, lo que aprendí escuchando. El escarabajo también, la piedrita que apenas se ve, sobresaliendo del barro, también. Hasta el piojo del pelo que uno parte en dos con la uña, tiene una historia que contar. Ojalá recordara todo lo que voy oyendo. No se cansarían de oírme, tal vez." (p.127)
"El que sabe todas las historias tendrá la sabiduría, sin duda" (p. 128)
"Yo repetía la historia de Morenanchiite por donde iba, pues. Ellos me escuchaban y se pondrían contentos tal vez. Cuéntanos, cuéntanos. Poco a poco, sin saber lo que estaba pasando, empecé a hacer lo que ahora hago.
Un día, al llegar adonde una familia, a mi espalda dijeron: Ahí llega el hablador, vamos a oírlo. Yo escuché, me quedé muy sorprendido. ¿Hablan de mí?, les pregunté. Todos movieron las cabezas, de ti, de ti hablamos, asintiendo. Yo era, pues, el hablador. Me quedé lleno de asombro. Así me quedé Mi corazón un tambor parecía. Golpeando en mi pecho: bom, bom. ¿Me había encontrado con mi destino? (...) Aquí nací la segunda vez (...) Así comencé a ser el que soy. Fue lo mejor que me ha pasado, tal vez. Nunca me pasará nada mejor, creo. Desde entonces estoy hablando. Andando. Y seguiré hasta que me vaya, parece. Porque soy el hablador." (p. 203)
"hablar como habla un hablador es haber llegado a sentir y vivir lo más íntimo de esa cultura, haber calado en sus entresijos, llegado al tuétano de su historia y su mitología" (p.234)
[habla en otro momento del libro de la figura del seanchaí]
"En Irlanda existe la figura del seanchaí: decidor de viejas historias, aquel que sabe cosas. (...) Reliquia viviente de los viejos aedas de Hibernia, (...) el seanchaí cuenta aún en nuestros días en el calor humoso de un pub, en una fiesta suspensa de pronto ante el hechizo de su palabra, o en una casa familiar junto a la chimenea, mientras afuera gotea la lluvia o ruge la tormenta, antiquísimas fábulas, historias épicas, amoríos terribles, inquietantes milagros. (...) Es alguien misteriosamente tocado por la varita mágica de la sabiduría y el arte de contar, de recordar, de reinventar y enriquecer lo ya contado a lo largo de los siglos, un mensajero de los tiempos del mito y de la magia, anteriores a la historia, a quien los irlandeses contemporáneos escuchan todavía, horas y horas, encandilados." (p. 160)
El libro me ha resultado muy emocionante y me he visto identificado en bastantes ocasiones, por ejemplo en la cita en la que describe cómo Saúl Zuratas (Mascarita), de pronto es hablador. Creo que en muchas ocasiones los narradores orales que devienen en profesionales no fueron ellos quienes eligieron el oficio, sino que fueron los cuentos quienes les eligieron a ellos. Pero eso me dará para otro post más extenso otro día.
Por el momento, si te gusta Vargas Llosa, si te gusta la narración oral, si te gustan las buenas novelas, aquí tienes una que te está llamando a la puerta.
Saludos
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