Estuve también en el Festival viendo a Rodorín y a Nicolás Buenaventura Vidal. El resto del día lo pasé viendo contar cuentos en el escenario principal y charlando con unos cuantos colegas a los que no veía hace tiempo (Boni, Joxemari...). Me encontré con amigos como Antonio Lozano y fui a comer con Juan Alfonso y la gente de OQO, Marisa incluida (¿que quién es Marisa? mi editora).
El Maratón siempre ha sido un punto de encuentro, pero este año me lo ha parecido mucho más, será porque he tenido tiempo para pasear sus calles y sus actividades sin prisa. Por cierto, también resulta más largo cuando puedes dormir dos noches, es una sensación extraña que hemos comentado en casa.
Una nota última: ayer cayó la intemerata, no había visto llover así en el Maratón nunca, se vino abajo el cielo y durante media hora llovió lo que no está escrito.
Hoy cuentan mis hijos, así que salimos ya hacia el Palacio.
Saludos
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