jueves, 23 de septiembre de 2010

Edmundo Valadés, cuentífago

Igual que Marius Serra habla en Verbalia (un libro imprescindible para los amantes de las palabras) de los verbífagos, hoy quiero hablaros de una raza especial de personas que precisan de los cuentos para vivir, son los cuentífagos: los que se alimentan de cuentos. La idea de esta palabra me la traje de Beja, la hermosa ciudad portuguesa donde pasé unos días disfrutando del XI Festival de Palavras Andarilhas. Allí, entre otros, estaba Rodolfo Castro, narrador argentino que anda buscando nuevas palabras y nuevos caminos en Portugal. Y en un desayuno me habló de Edmundo Valadés, promotor de la revista El cuento en la que durante años se publicaron cientos de cuentos. Edmundo Valadés, escritor, periodista, erudito y, sobre todo, cuentífago.
Su libro más conocido es El libro de la imaginación, en FCE, libro publicado en 1976 y que todavía sigue en catálogo (decimotercera edición, 2003), una selección de los mejores textos breves recogidos en la revista que con tanto cariño sacó adelante. Y son textos breves, porque algunos son partes de novelas, o fragmentos de otras obras, es decir, algunos no son textos escritos como cuentos pero Edmundo Valadés vio en ellos la suficiente fuerza (o interés) para desgajarlos y darles entidad propia. Dice de hecho en la advertencia al lector: "Se han espigado más de cuatrocientos textos breves, en los que sus autores, de todos los tiempos, concretaron con precisión y brevedad admirables, agudezas, ficciones, epigramas, que hacen un todo fascinante y en los que se derrama, pródigamente, un arte conciso extraordinario."

Pero si esto te sabe a poco puedes hacerte con los cinco volúmenes de "Antologías temáticas de los cuento de El cuento" [I Con los tiernos infantes terribles, II La picardía amorosa, III Ingenios del humorismo, IV Amor, amor y más amor y V Los infiernos terrestres], publicados por GV Editores entre 1988 y 1991. Quizás te parezca difícil de conseguir. Yo lo compré a través de internet (de segunda mano) desde Beja y ya lo tengo en casa, es decir, no ha pasado ni una semana.
La única diferencia que he podido encontrar, a simple vista (obviamente no me ha dado tiempo a leer todo, aunque sí es fácil percibir la magnitud del trabajo) es que El libro de la imaginación contiene más bien microrrelatos, cuentos breves, mientras que los cinco tomos de la antología tienen cuentos más extensos.
Es seguro que habrá más entradas sobre este autor y estos libros en este blog.
Saludos

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