Hace unos días, en Calahorra, hablando con profesoras sobre libros y autores, salió a colación Roald Dahl. Este es un autor muy conocido, imprescindible de hecho, piedra angular del canon de la literatura infantil y juvenil. Escritor prolífico y persona de vida extraordinaria, nos dejó un buen puñado de libros y cuentos maravillosos, muchos de ellos llevados al cine (directores de la talla de Alfred Hitchcock se interesaron por sus textos; cosa, por otro lado, nada extraña).
Me gusta mucho Dahl, me gustan mucho sus libros (casi todos en Alfaguara), me gustan las historias que crea, los personajes maravillosos que las ponen en marcha, las aventuras fantásticas y, sobre todo, los finales perfectísimos. Creo que hay que seguir recomendándolo y leyéndolo, creo que como clásico no debemos dejar de volver a él, volver de vez en cuando a recostarnos en sus páginas y dejarnos llevar de la mano de tío Oswald, o de Matilda, o de Danny campeón del mundo, o de Charlie, o del señor Zorro... en fin, de muchos y muchos personajes inolvidables que pertenecen ya al imaginario de millones de lectores y lectoras de todo el mundo.
Tenemos también entre sus títulos el imprescindible Cuentos en verso para niños perversos, libro insólito y maravilloso que fue declarado (si no recuerdo mal) mejor traducción de LIJ en España el pasado siglo (traducción de Miguel Azaola).
Sus libros de cuentos para adultos son también un placer continuo (Relatos de lo inesperado e Historias extraordinarias, en Anagrama), un lugar al que volver y volver si eres de los que disfrutan con buenos cuentos.
Incluso sus libros autobiográficos (Boy y Volando solo) son estupendos.
Una última nota: hablar de Dahl es hablar de su ilustrador perpetuo, Quentin Blake, inconfundible, sus trazos aparentemente descuidados se ajustan como un guante a la mano, al texto de Roald Dahl.
Cuando hablo de Roald Dahl también pienso que tal vez sea un autor que hoy en día no habría podido publicar. Me explico: hoy, inmersos en este virus demoledor de lo políticamente correcto y del ñoñismo absoluto, del atontamiento y lo fácil, lo simple, lo somero, lo inane... hoy dudo que un autor como Roald Dahl, ácido, mordaz, sarcástico, inteligente, un autor sin concesiones, tuviera un hueco para poder publicar sus libros sublimes.
En fin, otro día seguimos hablando de Dahl y de algunos de sus libros, vaya esta entrada como preámbulo, como aperitivo.
Si quieres más información sobre el escritor inglés:
Más sobre Roald Dahl en la wikipedia y en imaginaria.
Y para terminar, un corto que he encontrado en la red inspirado en el cuento de "Cordero asado", de Roald Dahl. El corto de casi 20 minutos está hecho por alumnos de entre 14 y 18 años de la Escuela de Experimentación de Cine y Fotografía de Rosario. Según mi humilde opinión, un corto que merece la pena ver (aunque tiene alguna notable diferencia con respecto al texto original está muy bien).
Saludos
Fantástico Roald Dahl. Imprecindible e imbatible. Yo en mi imaginario lo tengo asociado a Gerald Durrell, no sé por qué. Siempre que se menciona uno me acuerdo del otro.
ResponderEliminarUn abrazo,