domingo, 20 de febrero de 2011

Los niños numerados

Acabo de terminar el libro Los niños numerados, de Juan Farias, en la editorial Lóguez.
Los niños numerados es un libro que allá por 1964 ganó el premio "Ciudad de Oviedo", eran otros tiempos y la censura metió mano en el texto (no leerás una sola palabrota). El libro habla de una institución de reclusión para jóvenes "pre-delincuentes", aunque también hay algunos hijos de familias acomodadas que pasan por ahí "para saber lo que es la vida". Un libro duro en un ambiente duro en una época dura.


Si nos ceñimos a lo que nos cuenta el libro, la historia es dura y me ha recordado a otros libros y películas (por ejemplo Los cuatrocientos golpes, de Truffaut). Y ya que hablamos de esta película, fijaos en el inicio, cuando los créditos, es una buena metáfora aplicable también al libro que nos ocupa: la torre Eiffel a la vista, más o menos, a veces más cerca, a veces más lejos, y en un momento que parece que por fin vamos a llegar a ella... sólo la hemos tocado con la yema de los dedos.
El libro me ha parecido también una metáfora de la España en la que transcurre, una enorme institución donde todos estaban recluidos y donde unos pocos velaban por todos y decían y obligaban a hacer lo que "era mejor para todos", sobre todo para los reclusos. Ah, y rezar, mucho rezar.
Siguiendo con esta línea de la metáfora es muy interesante la figura del protagonista, el Iluminado, que, por un lado quiere salir y, por otro lado, no se atreve: el miedo atenaza fuerte. Y cuando, años después, le abren las puertas para que se marche, está perdido. Es como un animal que antes fue libre pero ahora está domesticado, completamente domesticado. Exactamente está institucionalizado, es un veterano que tenía incluso algunos privilegios, había medrado: dentro del centro era alguien, fuera, nadie.
Frente al protagonista se encuentra la figura de Acost, callado y con las ideas mucho más claras. Un personaje que no nos dice lo que piensa pero que podemos conocerlo por lo que hace, sus acciones, sus silencios, lo dicen todo.
El libro me ha gustado mucho, mucho, y creo que es una lectura muy interesante y que da para charlar, debatir, pensar, saborear, sentir... Frente a agachar la cabeza, la lucha por la libertad, frente a la resignación, la perseverancia.
También he de decir que, estilísticamente, es un Juan Farias distinto al de otros libros, quizás porque el proceso de depuración de sus textos no estaba todavía tan acentuado como en libros posteriores.
Un libro imprescindible.
Ah, para terminar, os dejo con los créditos del principio de la película de Los cuatrocientos golpes, para que veáis-no veáis la torre Eiffel.




Saludos.

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