martes, 1 de febrero de 2011

Sobre la transcripción de los cuentos tradicionales

A veces uno se encuentra con colecciones de cuentos que vienen con el habla más o menos "normalizada", cuentos a los que se les ha lavado la cara, cuentos que han sido literaturizados supuestamente para quedar más bonitos, más del gusto de los posibles lectores.
Ya Antonio Machado y Álvarez, decano de los folcloristas españoles (y padre de los Machado), en el último cuarto del siglo XIX en su Biblioteca de las Tradiciones Populares, en el tomo V de los once que se publicaron, reflexiona sobre este asunto y habla de "el error de vestir con forma literaria los cuentos populares, pecado imperdonable".
Cien años más tarde, Julio Caro Baroja continúa con este asunto en la introducción que hace al libro de J. M. Apalategui, Introducción a una historia oral, ed. Anthropos. Dice así: "Es claro que si el testimonio oral ha de estimarse como testimonio antropológico e histórico, ha de ser recogido en toda su integridad y no dejándose guiar por criterios de purismo o perfección al transcribirlo. Es así como nos da el reflejo fiel de una época y de un pensamiento: un pensamiento que en su forma lingüística aunque sea tosca es más expresivo que corregido. (...) Una cosa es, pues, el purismo para lingüistas y otra el purismo para antropólogos (...) [donde es importante] no dejar textos fuera de sus contextos."
Todo esto viene a cuento de que todavía hoy en día en Palabras del Candil recibimos correos en los que nos preguntan, cuando sacamos un libro de cuentos tradicionales, que por qué no los corregimos o por qué lo sacamos con el habla de aquella manera, como recién grabado, como sin pulir.
La respuesta, ahora, cien años antes y cien que vengan, es la misma: la forma de contar un cuento también cuenta.
Saludos

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