Tengo encima de la mesa dos álbumes maravillosos cuyos protagonistas son los pájaros. No me resisto a comentarlos juntos y a proponer una pequeña propuesta para trabajarlos/disfrutarlos en clase, en casa, en la biblioteca...
Empezaremos con un cuento que Jacques Prévert escribió en 1943 (tiempos aciagos), que fue publicado en 1949 por la prestigiosa editorial Gallimard y que, en 1953, fue ilustrado por primera vez por Elsa Henríquez. En 2007 Mordicai Gerstein recuperó el texto y lo ilustró de nuevo, en esta ocasión con una estética evocadora de los años en los que el cuento fue escrito, delicada y muy rica (que incluso se anticipa al texto en el inicio del libro). Pero digamos ya el título de este álbum maravilloso: Para hacer el retrato de un pájaro, publicado en España por Faktoría K de Libros, con la traducción de Pedro Ángel Almeida.
El álbum nos da instrucciones precisas para dibujar el retrato de un pájaro (el título, pues, no engaña), pero son estas instrucciones muy especiales: cálidas, hondas, reflexivas, llenas de emoción, intensas, líricas, sugerentes, sutiles... parece mentira que se pueda decir tanto sobre el proceso creativo de una manera tan sencilla.
Es un libro absolutamente maravilloso que habla de la paciencia, de lo difícil que resulta aprehender lo que nos rodea, del arte y su complejidad. Y sobre todo es un libro que habla de la importancia del camino.
Contado y recontado este cuento, es el momento de disfrutar de otro libro maravilloso, se trata de ¡Canta, ruiseñor, canta!, con texto de Françoise de Guibert, ilustraciones de Chiaki Miyamoto, música de Daniel Goyone, traducido por Miguel Ángel Mendo y publicado por Kókinos. Este libro es un catálogo de pájaros de todo tipo, su descripción, un dibujo de cada uno de ellos y algunos datos y curiosidades sobre su forma de vida. Quizás pienses que el libro sea algo árido para los más pequeños, pero no es así, al menos esa no es mi experiencia. Y eso en parte se debe al cedé que lo acompaña, lleno de cantos de aves (por la numeración de los cortes sabrás qué pájaro del libro es el que escuchas en ese momento) y, en algunos momentos, de pequeñas melodías de piano que acompañan y complementan los sonidos del bosque y las aves.
Como decía, contado y recontado el álbum anterior (Para hacer el retrato de un pájaro), es ahora el momento de poner el cedé de ¡Canta, ruiseñor, canta! en el equipo de música (no puedo olvidarme de mi hijo Miguel escuchándolo una y otra vez hace unos años) y, mientras suena de fondo los cantos de los diversos pájaros, pedirles a los niños y niñas de la clase (de la biblioteca, del aula, etc.) que dibujen el retrato de un pájaro (tal como indicaba el primer álbum). En esta parte podéis utilizar técnicas diversas (rotuladores, lápices, témperas, collage...) a vuestro gusto.
Seguro que reunís un maravilloso grupo de aves que podéis pegar en la ventana del aula. Es más, seguro que cada una tendrá una o dos buenas historias, al menos, que sugerir. Esa podría ser una continuación de la propuesta, claro, todo depende de cómo os vaya tocando la actividad.
Si os animáis a probar esta propuesta no dejéis de escribir para contármelo.
Saludos
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