lunes, 28 de mayo de 2012

Crónica de días pasados

El viernes 18 de mayo, además de ser mi cumpleaños (41 años ya, madre mía), fue el día en el que se celebró el XII Maratón de los Cuentos de Las Palmas de Gran Canaria, maratón que organiza el personal de la Biblioteca Insular. Este año, una vez más, el maratón fue una fiesta y, además, en esta ocasión, fue especialmente feliz: mucha gente contando y escuchando, muchos buenos cuentos, muchos ratos divertidos. Si tienes féisbuc puedes ver unas cuantas fotos del día aquí.
De entre todas las actividades del Maratón este año disfruté especialmente con los cuentos por teléfono (hasta tres líneas abiertas en las que se contaron más de 250 cuentos en apenas doce horas, una delicia).


Tras la vuelta a casa y el final de semana con los míos el lunes fui a Fraga para programar con Quique los próximos meses de trabajo en la editorial La Fragatina (con la que publiqué Los caminos de los árboles y en la que estoy echando una mano). Fue un día de mucho viento, pero de esto ya os di noticia ;-))
El martes fui a contar cuentos a Valverde del Júcar. Y el miércoles estuve en Fuenlabrada haciendo una visita de autor en un colegio en el que habían trabajado (en primer ciclo) La casa de mi abuela. Una chulada. Después, en la comida, pude compartir plato, mantel y conversación con buenos amigos (como Pablo Albo) y admirados autores/ilustradores (Mikel Valverde, Fernando Lalana, Mónica Rodríguez, Violeta Monreal, Carmen García Iglesias...)


El jueves continué con los grupos de sexto de Majadahonda (campaña escolar) y por la tarde fui a Albacete a contar al Teatro Candilejas. Me encanta contar en teatros, además el Candilejas tiene una medida perfecta para contar (80 butacas) y unos dueños valientes (iniciativa privada en estos tiempos) y encantadores (de verdad encantadores). Y aunque no conseguimos llenar, pienso que el público se fue contento y satisfecho del espectáculo. Desde luego yo lo pasé en grande. En la foto puedes ver el cartel de la sesión Como Pep en el agua.


El viernes por la mañana volví a Majadahonda y por la tarde a Arganda del Rey. Allí no estuve exactamente contando, fui a leer en voz alta (y delante del público, claro) los cuentos ganadores de un concurso de relatos. Fue una experiencia muy entrañable que me recordó a otros tiempos de lectura en voz alta (ains, qué buenos recuerdos).
Y por hoy, vale.
Saludos

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