Hace años que tenemos una discusión que no termina de cerrarse. Se trata de la denominación de nuestro oficio: contar cuentos. De este tema hemos hablado ya en otras ocasiones (podéis ver esta entrada y los interesantes comentarios a la misma) y lo traigo de nuevo a colación porque, como avancé hace unos días en la lista de cuentistas, el DRAE ha decidido incorporar el término cuentacuentos en su próxima edición: persona que narra cuentos en público. Calco semántico del storyteller inglés (contador de historias).
De esta definición vaga podría hacerse alguna matización: sólo las personas narran (un animal irracional no narra por la sencilla razón de que la ficción es cualidad propia y exclusiva del ser humano), y sólo se cuentan cuentos a un público (no se puede contar a nadie). Por lo tanto, lo que está diciendo la definición de cuentacuentos es: (una persona) que cuenta cuentos (a otra/s persona/s), reconozcámoslo, es bastante flojilla, y abunda en otra ya existente previamente (y desde hace siglos) la de cuentista, que es el que suele narrar o escribir cuentos.
De cualquier manera ya está, ya existe en el Diccionario de la Real Academia Española, bienvenida sea. Y para quienes en nuestro oficio han defendido ser así llamados (pienso en Pepepérez, Juan Arjona, etc.) mi más sincera enhorabuena. Aunque ya sabéis, yo sigo prefiriendo cuentista o narrador oral, sobre todo porque quienes nos dedicamos a este oficio hacemos más cosas que contar cuentos: recitar romances, epopeyas, historias de vida, etc., o improvisar diálogos escénicos muy pegados al contexto (y tan importantes para diferenciar la narración de otras artes escénicas como el teatro que anda tan fijado a sus textos teatrales).
Saludos
No hay comentarios:
Publicar un comentario