Hoy escribo estas breves palabras con el recuerdo en los labios, en los ojos, en el corazón, todavía muy vivo. Con la alegría de haber compartido la palabra y el silencio con trescientas cincuenta personas en un espacio mágico, un lugar que pareciera hecho para que los cuentos lo habiten. Una delicia que suena a campana y luna.
Contar en Segovia es un placer. Sí, sí, en mi trabajo hay muchos momentos de felicidad, pero lo de ayer en la ciudad del acueducto fue estupendo. En verdad estupendo. Trescientas cincuenta personas en absoluto silencio que tiran de ti y de los cuentos y que no quieren que la palabra cese. Una fiesta íntima y feliz. Un regalo para un amante de los cuentos como yo.
Y con la batuta en la mano alguien que sabe mucho de palabra y dicha: Ignacio Sanz. No es de extrañar que todo fuera como fue, maravilloso.
Segovia. Su festival de narración oral. Un momento de felicidad.
Saludos
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