jueves, 22 de julio de 2010

El río que se secaba los jueves (y otros cuentos imposibles)

No es habitual que relea libros, salvo que sean libros que me dejaron muy buen sabor de boca. Hoy volví a disfrutar de El río que se secaba los jueves (y otros cuentos imposibles), de Víctor González, con ilustraciones de Pablo Amargo y prólogo de Samuel Alonso, en Anaya.
Los motivos de esta relectura son varios: en primer lugar porque el libro me encantó y forma parte de mi grupo de libros selectos; en segundo lugar porque en su elaboración hay buenos amigos míos (Pablo y Samuel lo son); en tercer lugar porque la colección "Leer y pensar", de Anaya, me parece una de las más admirables del panorama actual, en ella hay libros verdaderamente imprescindibles y es casi un valor seguro abrir cualquiera de ellos. Y en cuarto lugar (y no menos importante), porque tengo la suerte de que el autor de este libro, Víctor González, entre de vez en cuando en mi tierraoral y esta es la manera que tengo de agradecerle haber escrito un libro maravilloso que me toca tan de cerca.

El río que se secaba los jueves (y otros cuentos imposibles) se trata de una colección de cuentos deslumbrante, llena de ingenio, chispa, humor y sabiduría, una perla para una biblioteca. Heredero directo del mismísimo Ramón Gómez de la Serna y primo carnal de Daniel Nesquens, Víctor González escribe con ese magisterio que aparenta sencillez pero que está lleno de recovecos, dobleces, vueltas y piruetas. Sus cuentos son burbujeantes, ricos y llenos de puertas entreabiertas que comunican con más historias, más libros, más posibilidades, más sueños.
Leer cualquiera de sus cuentos es paladear un manjar exquisito. Algunas de sus historias, aparentemente simples, siempre esconden un triple salto mortal. Otros cuentos están repletos de alusiones, datos verídicos, bromas, invenciones.
Pasear por estas páginas es darse un festín de buena literatura, de pura magia, porque como dice Víctor González en uno de sus cuentos: "En fin, que todo es mágico. Todo. Hasta las palabras lo son. Algunas personas han llegado a decirme, y así lo creen firmemente, que Dios creó el mundo con una." (p. 69)
Tengo además alguna historia relacionada con este libro, pues cuando cayó en mis manos estaba yo dándole vueltas a la posibilidad de contar en alguna sesión de cuentos (y de alguna manera que tuviera sentido) la lista de los Reyes Godos. En este libro hallé la solución a mis disquisiciones. Pero me gustó tanto cómo estaba resuelto que decidí no contarlo. Al menos por ahora.
En fin, un libro que es una delicia y que os recomiendo encarecidamente. Y si queréis ir abriendo boca podéis echar antes un vistazo al blog de Víctor González, otra maravilla.
Saludos

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