sábado, 30 de octubre de 2010

Jalogüín

[Recupero para este final de semana un texto que escribí hace justo un año con motivo del 1 de noviembre, festividad cristiana de todos los santos, en el blog de El Decano. Viene a cuento también con el blog que ha escrito en estos días Jesús Orea y que enlazo también, por si a alguno de los lectores, las lectoras, le apetece confrontar con otro punto de vista contrario al que aquí apunto]


JALOGÜÍN

A toro pasado me animo a escribir sobre este asunto de Halloween que tanto preocupa al obispo de Guadalajara. Por un lado entiendo su posición, me gusta la tradición y pienso que mucho de lo que somos está reflejado en la costumbre y la tradición.
Aunque tampoco creo que deba sobrevalorarse la tradición
per se: es tradición en algún lugar tirar una cabra viva desde un campanario y no me parece que el hecho de ser tradición deba sobreponerse al hecho de ser una salvajada. Hay lugares donde es una fiesta colgar gallos o gallinas por las patas y pasar a todo trote montado a caballo y arrancarles la cabeza, opino que esta también es una tradición bestial. Hay gente que piensa que la fiesta de los toros, aunque sea tradicional, tiene poco de fiesta y mucho de brutalidad.
Lo que quiero decir es que me gusta y valoro la tradición, faltaría, siendo como soy una persona que admira, disfruta, y trata de preservar la tradición oral. Pero también pienso que
ser algo tradición no es en sí un valor positivo.
De estos años que llevo contando y leyendo cuentos he aprendido que muchos cuentos han dejado de contarse porque ya no dan respuesta a las inquietudes de quienes los contaban. Los cuentos que han pervivido, sin embargo, siguen dando agua y pan a nuestro espíritu. Son cuentos capaces de cambiar con los tiempos y de permanecer a pesar de los cambios, es como si dos fuerzas pugnaran en su interior, la de conservación (quedarse como está, decir lo que quiere decir) y la de adaptación (modificiarse al menos en su forma de manera que pueda seguir teniendo cabida en bocas y orejas).

Pienso que, al igual que sucede con los cuentos, muchas tradiciones se van adaptando y otras languidecen. Y otras nuevas nacen. Por poner un par de ejemplos: tanto el Tenorio Mendocino como el Maratón de los Cuentos están pasando a formar parte de nuestra historia y nuestra cultura, de alguna forma, si no lo son ya, acabarán por ser algo inherente a nuestra ciudad: serán tradición.
Quizás Halloween es una tradición extraña a esta nuestra tierra, pero por el motivo que sea (tal vez porque en su esencia no nos resulta tan ajena), va arraigando en las nuevas generaciones. Quizás tenga razón el obispo y todo sea culpa de Hollywood y del cine usamericano, aunque buscar por buscar seguro que hay más culpables (por ejemplo el cole de mis hijos donde se trabaja tanto el inglés y fomentan estas tradiciones inglesas; por ejemplo los bares donde te invitan a una copa si vas disfrazado, etc.).
La verdad es que hace unos años, en un primer momento, sentí un cierto rechazo a esta fiesta, pero según pasan los cursos la voy percibiendo más y más interesante: creo que es difícil competir contra la idea de tratar el tema de la muerte de una forma lúdica y desenfadada, lejana de la idea de pena, tragedia, culpa, sufrimiento de este valle de lágrimas. Creo además que es sano ver así la muerte y rozarla desde la risa y el juego.
De cualquier manera Halloween es una fiesta de origen celta (Samhain), por lo que se ve anterior a la instauración del Día de Todos los Santos por el Papa Gregorio III, que, casualmente, coincide en la misma fecha. Parece que las religiones y las tradiciones han coincidido en fechas (igual sucede con el Día de los Muertos en México, inspirado y mezclado también en/con tradiciones prehispánicas), o más bien parece que la mejor manera que han tenido las religiones de perdurar es adaptarse a los tiempos, como los cuentos, y así la religión Cristiana asumió muchas fiestas paganas para elaborar su propio calendario festivo.
Las tradiciones cambian, se adaptan.
Yo en mi infancia jamás celebré de ninguna manera la noche de los Difuntos ni los Santos, sin embargo ahora la gente la celebra (tenían que haber visto la cantidad de gente disfrazada para Halloween que vi ayer en Madrid), será que la fiesta se está adaptando y, sobre todo, que la gente lo pasa bien y se divierte con ello.
Halloween es ya Jalogüín, igual que la Navidad se ha adaptado gracias al impulso de las tiendas y los grandes centros comerciales. Porque, reconozcámoslo, la Navidad no sería lo mismo sin El Corte Inglés.

4 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo, Pep. A mi tampoco me hace mucha gracia Halloween, pero las tradiciones son eso, tradiciones, y los pueblos las toman y las hacen suyas. Y punto. Y acaban siendo tradiciones al final. Es verdad que esta viene es un producto totalmente comercializado y llega a toda mecha, pero... así somos ahora ¿no? A propósito de Halloween, yo recomendaría volver a ver una película: "Un mundo perfecto" de Clint Eastwood. ¿Truco o trato?
    Un abrazo,

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  2. En mi infancia si se celebraba la noche de los difuntos, "La castañada" , castañas, panellets y historias de muertos contadas alrededor del fuego. Era una noche especial porque desde pequeños nos dejaban celebrarla con los amigos y porque nos encantaba contar y oir historias de miedo. Ahora se mezclan las dos fiestas, los niños y jóvenes la llaman halloween pero siguen comiendo castañas y panellets y jugando con las historias de muertos.

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    1. Tienes, razón, en mis tiempos también se celebraban el día de los difuntos, comíamos castañas y se contaban historias de miedo

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  3. Yo también opino que las cosas van cambiando y hay que adaptarse, pero sin ovidar las que tenemos. Una cosa que me gusta de Extremadura es la chaquetilla o " chaquetia" dónde la gente va a comer los frutos del otoño al campo, además de lo típico de visitar a sus difuntos. Una cosa que me encantaba de mi madre es poner las lamparitas en aceite encendidas toda la noche por sus difuntos es algo que ha quedado en mis recuerdos.
    También en mi cole celebramos el Jaloguín por las profesoras de inglés y luego ayer fuimos a comernos los higos, castañas, con el casamiento del higo con la nuez o la castaña que es algo delicioso al paladar, así que se mantienen también estas costumbres, mas otras que vienen de otros sitios porque la globalización es lo que tiene y ya conviven con nosotros personas de otros países a los cuales debemos de respetar con sus costumbres y creencias. Aunque como dices tú, no me parecen bien algunas que son tradiciones y son salvajadas. Un beso Pep.

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