martes, 20 de diciembre de 2011

Las lavanderas salvajes

El otro día, en la biblioteca de mi pueblo, vi con gran alegría que habían reeditado el libro de John Yeoman y Quentin Blake, La rebelión de las lavanderas, un libro publicado originalmente en 1979. La edición que yo tengo es de hace casi veinte años (1994), está en la colección de "Los tomitos de Alfaguara" y la traducción es de Miguel A. Diéguez.
La maravillosa historia de estas siete lavanderas hartas de que abusen de ellas haciéndolas trabajar cada vez más por menos dinero estaba completamente agotada y la editorial Océano Travesía la ha rescatado para su colección de "Los álbumes" y con traducción de Kumas.




Sin embargo esta nueva edición tiene algunas cosas buenas y otras menos buenas.
Para empezar, las buenas: el formato es más grande, la tapa dura, las ilustraciones a color... estos elementos (que no son menores) hacen mejor al libro y a la historia.
Para continuar, las menos buenas, o mejor dicho, la menos buena. Me ha sorprendido mucho la traducción del título en esta nueva edición: Las lavanderas locas. Es cierto que el título original (The Wild Washerwomen) se acerca más a esta traducción que a la que tengo yo de 1994 (La rebelión de las lavanderas), pero también es verdad que cambia por completo el sentido: mientras que en el libro de Alfaguara las lavanderas se rebelaban (y liberaban) y por ello actuaban de una forma socialmente incorrecta (es decir, rebelde), en esta nueva edición el título da a entender que las lavanderas pierden el juicio, enloquecen. Y esto no es ni mucho menos cierto: estas lavanderas no están locas, están hartas de ser explotadas y un día deciden tomar las riendas de sus vidas (y de la cabra) y ser libres. Quizás una mejor traducción del título habría sido Las lavanderas salvajes, pero en fin, la cosa ya está hecha.
En este cuento se nos habla de siete lavanderas (Mariana, Robustiana, Benita, Paquita, Pepita, Adela y Carmela en la primera traducción; Ana, Susana, Pili, Mili, Dora, Lora y Ernestina en la segunda) que un día se hartan de ser explotadas por el dueño de la lavandería (Leopoldo Blanco en la primera traducción; Aldo Avaro en la segunda) y se rebelan. Las siete lavanderas rebeldes se convierten en un peligro en su deambular por la zona (la potencia simbólica es clara) y la gente biempensante las teme: se construyen incluso torres de vigilancia para prevenir a la población de su llegada. Pero el final de las aventuras de estas siete lavanderas salvajes llega cuando tropiezan, en un bosque, con siete bestias feroces... pero bueno, mejor echáis un vistazo a este libro extraordinario con el que pasaréis, seguro, muy buenos ratos leyéndolo, compartiéndolo, regalándolo, contándolo...
Una buena noticia pues: esta historia (ya un clásico de la LIJ) afortunadamente vuelve a encontrarse en nuestras librerías y podemos disfrutarla de nuevo.
Más información sobre el libro aquí y aquí.
Saludos

4 comentarios:

  1. Hola. Estoy trabajando con niños de 5 años un proyecto sobre Extremadura y para que sea más motivante, he empezado realizando un taller de "Lavanderas", ya que en Cáceres se celebra esta semana la quema del pelele (que antiguamente confeccionaban las lavanderas para despedirse del frio invierno). No encuentro por ningún lado los chascarrillos que las lavanderas le cantaban al pelele. ¿tienes alguna información?
    Gracias

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    1. Hola María, lamento no poder ayudarte. De todas formas hay muchos libros con recopilaciones de cantares tradicionales, especialmente en Extremadura. Te animo a que investigues por ahí. Un saludo cordial

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    2. Gracias. Seguiremos investigando. Un saludo.

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  2. Hola Pep...no sabía que hubieran reeditado este libro.
    Adoro esta historia, son mis heroinas , jajaja( en mi compañía de títeres la hemos contado versión ciego de antaño, con las ilustraciones sobre tela...) y tienes razón en lo del "nuevo" título, es muy desacertado, no hace ninguna justicia con la esencia.
    un abrazo remangao

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