sábado, 19 de octubre de 2013

Mimi

Acabo de devorar (esa es la palabra, devorar, porque comencé a leerlo a primera hora de la mañana y no pude dejarlo hasta que, a las doce, lo terminé) el libro Mimi, de John Newman, traducido por Denise Despeyroux y publicado por Siruela en su colección Las tres edades. Una vez más insisto en que soy afortunado porque llego a libros como este gracias a amigos y lectores sabios; en esta ocasión, a través de una reseña estupenda en el blog de Ana Garralón, este libro acabó en mis manos. Gracias, una vez más, Ana.


El libro nos cuenta la historia de Mimi y sus hermanos, Sally y Conor, que, junto con su padre, Paul, están pasando el duelo por la pérdida de la madre. Las primeras páginas nos muestran un panorama desolador, duro, desastrado y en el que hay todavía mucho dolor y muchas heridas abiertas. Pero también hay un tremendo desorden (en las vidas, en la casa) y una gran apatía que va minando los días.
Sin embargo hay luz en este panorama, la familia (tíos y tías, primos, abuelos), los vecinos, los amigos, las profesoras, van sumando empuje para que esta familia, poco a poco, vaya recuperando la rutina de los días y pueda terminar la época de duelo (aunque el dolor es algo tan íntimo, tan hondo, que no sabe uno si termina de pasar o más bien aprende a convivir con ello).
No he podido dejar el libro hasta que lo he terminado: el texto es ágil, fresco, lleno de emoción y hondura sin caer en ningún momento en el patetismo o en sentimentalismos facilones. Hay alguna situación en la que piensas que todo va a romperse y que el libro va a terminar de la peor manera posible. Pero el tono con el que está escrito no parece señalar en esa dirección (y es que hay momentos en los que, a pesar de la dureza, sonríes o te ríes, directamente). Y todo esto, insisto, a pesar de mostrarnos esta radiografía del abandono y la tristeza.
Según avanza la lectura vamos asistiendo al despertar de sus protagonistas, vemos cómo vuelven a recuperar las riendas de los días y cómo, a pesar de las dificultades, el sol no deja de brillar.
Es un libro duro y también un libro feliz.  Y, sobre todo, es una lectura deliciosa, emocionante, intensa. Una fiesta.
Un libro totalmente recomendable.
Saludos

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