Estoy en Gran Canaria, me encanta esta isla, ayer disfruté del mar y la buena compañía durante todo el día, y al caer la noche, como no podía ser de otra manera, me escapé a los cines Monopol, quizás las salas de cine más admirables que conozco y una de las razones por las que mis viajes a esta isla son momentos de plena felicidad.
Ayer vi (vimos, porque éramos varios) Fish Tank (dirigida por Andrea Arnold), una película dura, cruda, descarnada... y enorme, un trozo en la vida de una muchacha de quince años que pasa sus días en un suburbio de Londres. Hacía tiempo que no me quedaba tan acogotado en el cine (hay algunos momentos de la película que son más que sobrecogedores). Quizás lo mejor de la película es su protagonista ¡que no puedes dejar de creerte! (Katie Jarvis se llama la actriz, no la perdáis de vista) y cómo está recreado el ambiente: la continua tensión, la violencia (física y verbal), los elementos que suman a la historia (la vieja yegua encadenada que parece un trasunto de la protagonista), el baile como una necesidad vital (y quizás el único modo de comunicación posible), la sensación de dar vueltas en un laberinto sin salida, el agobio y los momentos de inacción...
De verdad que me ha gustado mucho, me ha recordado al mejor Ken Loach, y tiene algunas escenas que me costará mucho olvidar (la despedida de su madre y de su hermana al final, la escapada con la niña, cuando la cogen junto a la yegua, en fin, no quiero dar más pistas).
Podría enlazarte el vídeo promocional de la película (trailer lo llaman ahora) o algunas críticas que he leído a toro pasado, pero creo que es mejor que vayas al cine con los ojos limpios y dispuesto a trasladarte a este barrio marginal de Londres.
Saludos
No hay comentarios:
Publicar un comentario