miércoles, 30 de enero de 2013

La estepa infinita

Acabo de terminar de leer La estepa infinita. Mis años en Siberia, un libro escrito por Esther Hautzig, traducido por Santiago del Rey y publicado por Salamandra. Este libro me lo regaló Clara, una amiguita de mi hijo Miguel que suele acompañarnos en nuestras incursiones a la panadería (y sus pinchos). Gracias Clara.


En este libro Esther Hautzig nos cuenta los momentos más relevantes (y emocionantes) de los cinco años que pasó, siendo niña, en Siberia con su madre, su padre y su abuela. Fueron deportados por las autoridades rusas, pero tras un año de trabajos forzados, cuando los rusos se sumaron a los Aliados frente a los alemanes, fueron liberados (aunque tuvieron que seguir viviendo en Siberia hasta el final de la Segunda Guerra Mundial).
El libro es sorprendente porque nos cuenta la tragedia de una familia de clase social alta que un día es obligada a emigrar a Siberia para trabajar en una especie de campo de concentración / gulag. De un día para otro pierdes todo, no todas tus cosas, sino todo lo que ha sido para ti la vida y dejas atrás a toda tu familia (hermanos, padres, primos, tíos...). Como decía cuenta esta situación tremenda (y los meses horrendos en el campo siberiano llenos de incertidumbre) pero lo hace desde una perspectiva optimista: sí, en los terribles momentos la emoción salta de las páginas, pero en la rutina de los días que les ha tocado vivir (con su frío extremo, la hambruna, los piojos, el dolor, el trabajo durísimo...) los personajes (especialmente la protagonista) son capaces de encontrarle brillo a los días. Por eso sorprende y no deja de enredarte en sus páginas. Es en verdad una lectura brillante y hermosa, de una gran fuerza, lectura en la que sufrimiento y alegría (a pesar de todo, oiga) se abrazan para hacer los pesares más livianos.
Además sucede que, a su vuelta, descubren que el resto de su familia, la que se había "salvado" de la represión rusa, fue hecha presa y asesinada por los nazis tras su paso por Polonia. Resulta ser una paradoja que la mala suerte inicial (ese desgarro de tus días) acabe por trocarse en buena fortuna (y salvar a los protagonistas de los campos de exterminio nazis).
Está escrito además con una prosa ágil, muy cercana, con la que logra dibujar situaciones y personajes en apenas unas líneas (lo que hace tener oficio) y todo ello narrado de manera natural, de ese modo que parece casi "como sin querer". Una joyita.

Hay además algunos momentos en los que la narración oral tienen protagonismo:

"La bisabuela Reisa era la historiadora de la familia (...) Para un niño, resultaba una narradora de historias fascinante. Cuando yo caminaba por las calles de Vilna, mis antepasados caminaban siempre a mi lado gracias a ella." (p. 33)

"Nuestra vida era tan limitada, en realidad, que la mayoría de las personas que nos rodeaban eran meras figuras de una linterna mágica sin ninguna narración que las acompañara." (p. 63)

Y una hermosa referencia a una biblioteca pública:

"Había un lugar donde me olvidaba del frío e incluso de Siberia: la biblioteca. Allí, en aquel pueblo enlodado, constituía una gran institución. No físicamente, desde luego, pero sí en los demás sentidos. Era una pequeña cabaña de troncos, impecablemente cuidada y atendida con cariño; estaba bien iluminada con lámparas de aceite y, además, ¡bien caldeada! Pero lo mejor era que contenía una colección discreta pero asombrosa de la mejor literatura mundial: algo de veras prodigioso si se tiene en cuenta la época, el lugar y el tamaño de aquella biblioteca. Las paredes estaban recubiertas de libros de arriba abajo: libros, libros, libros. (...) Fue en aquella cabaña por donde me escapé de Siberia, bien leyendo allí, o bien llevándome libros a casa. Gracias a esa biblioteca y a dos profesores extraordinarios, desarrollé una pasión permanente por los grandes novelistas y poetas rusos. (...) Fue allí donde aprendí que leer no es sólo un gran placer, sino también un privilegio."

Un libro estupendo que os recomiendo encarecidamente. Una historia que guardaréis en la memoria y, a pesar de las duras situaciones vividas, y al igual que la protagonista, quizás lleguéis a emocionaros contemplando la estepa siberiana.
Saludos

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