El pasado sábado estuve contando en un pueblo de Madrid. Fue una sesión especial (allí siempre lo es) y a pesar de que no fui solo (me acompañó un trancazo furibundo que me tiene con un dolor de huesos tres días ya) salí contento con el resultado. Eso sí, se nota cuando uno no termina de encontrarse bien: me trabuqué en algún cuento, me trastabillé en algún otro y hasta se me olvidó apagar el móvil, cosa que es la primera vez que me ocurre en 17 años de oficio. Dicen que siempre hay una primera vez.
Pero lo mejor de todo es que allí me encontré con Antonio Rubio. Antonio Rubio es maestro poeta, escritor bullicioso, alegría de palabras, y autor imprescindible para cualquiera que guste de la literatura para niños y niñas.
A Antonio hace ya algunos años que lo conozco y he coincidido con él en algunos cursos, jornadas, encuentros y fiestas de la palabra. Siempre anda inquieto rumiando versos o sueños. Pero es que antes de conocerlo en persona lo conocía por sus palabras de tinta, por sus versos hermosos. Y es que no tiene pocos libros ya (mira aquí, pon Antonio Rubio Herrero y en ordenar: autor; y dale a buscar). Y pensando en ello me he dado cuenta de que a veces, en momentos importantes de nuestra vida, algún libro de Antonio anda cerca. Os voy a poner unos ejemplos.
El primer libro de poesía para niños que trabajé y del que aprendí algunos versos para mis sesiones de cuentos fue Versos vegetales, en Anaya. Pero es que además este libro estuvo muy presente en las primeras clases que impartió Mariaje (mi compañera de viaje) en el aula de infantil. De hecho el año en el que Mariaje aprobó las oposiciones llevaba entre los materiales cinco libros que deslumbraron al tribunal, cinco libros recién salidos de imprenta y agrupados en una pequeña colección llamada De la cuna a la luna, en Kalandraka (Luna, Cocodrilo, Pajarita de Papel, Cinco, Miau), seguro que los conocen, y si no es así, no duden en buscarlos.
Pero hay más. Los trabajos de Juan (también en Kalandraka) fue un libro que a mi hijo Juan, cuando era pequeño, le encantaba. Y también el primer libro que Juan leyó él solo fue Tres cuentos de urraca (en Anaya).
Otro libro con el que hemos jugado mucho y reído mucho (con Juan y Miguel en casa) y usado mucho en el trabajo (tanto Mariaje como yo) ha sido El murciélago Aurelio (en SM), otra delicia.
Y por último Siete llaves de cuento (otra vez en Kalandraka), qué quieren que les diga, un manual imprescindible para quienes nos dedicamos a palabras y niños, a sueños y cuentos, a versos y juegos. Un subidón de optimismo y energía cuando queremos volver a beber de las fuentes.
Pues esto, entre otras muchas cosas, es Antonio Rubio. Como para no alegrarse al decir que el sábado compartimos cuentos y charla y pasamos un rato estupendo.
Saludos
No hay comentarios:
Publicar un comentario