sábado, 3 de abril de 2010

Contar al amor de la lumbre (y II)

Ayer, Día Internacional de la Literatura Infantil y Juvenil, me tumbé en un cómodo sofá y me puse a leer prácticamente todo el día. Entre otras cosas terminé Alfanhuí, de Rafael Sánchez Ferlosio (en Destino) y encontré un par de citas más sobre el fuego y las historias, aquí van:

"Cuando vino el invierno, Alfanhuí se arrimaba al fuego de la chimenea; se sentaba en un tajo, a la izquierda del fogón, debajo de la campana. Poníase a mirar el fuego y nada decía. El fuego le miraba con su cara. Ojos y boca tenía el fuego. Su boca de dientes de astillas crepitaba, hablaba. Hablaba el fuego con sus dientes antiguos; componía espigas y las desgranaba. Cada espiga una historia, cada historia una sonrisa. Como puñados de trigo derramados sobre la piedra, volvían del fuego las historias. El eco de las historias duerme en las chimeneas. El viento quiere desbaratarlas. El fuego las despierta. (...) Alfanhuí escuchaba las historias repetidas; recogía el trigo con sus manos, reconocía la voz. Reconocía también, entre el trigo, sus viejas sonrisas. Noches enteras. A bocanadas entraban por el fuego las historias, llenaban la cocina. Ahora el fuego crecía solo, menguaba solo, solo volvía a crecer y solo se apagaba. Alfanhuí miraba y oía. Dejaba de mirar, y ya no oía." (pp. 87 -88)

"El fuego de la abuela era el brasero. Salía a encenderlo muy de mañana al descansillo de la escalera y se estaba un rato atizándolo con una palmeta de junco. Luego lo cubría con la ceniza del día anterior que había puesto en el borde mientras se encendía el picón nuevo. Así echaba la abuela un día sobre otro y los tenía todos enhebrados en un hilo de ceniza. (...) Cuando Alfanhuí conoció el fuego de la abuela, quiso sacarle las historias y discurrió para ello una picardía. Traía del campo unas hojitas de romero y las iba echando a escondidas en la brasa. Pronto subía su olor fresco y tostado y la abuela, sin darse cuenta, empezaba a contar. (...) Alfanhuí se interesaba por las historias y se olvidaba de echarle más romero y la abuela iba callando. Alfanhuí se apercibía de nuevo y le echaba más hojitas. La abuela se volvía a estimular y seguía contando. Pero no quería Alfanhuí abusar del romero, pues no se debe contar mucho en un día, porque las historias se desvirtúan. Cuando cesaba el olor agridulce, la abuela se cortaba:
-Bueno, bueno, ya basta; que todo lo queréis saber. Quita, quita; vámonos a la cama.
Y Alfanhuí, ladronzuelo de historias, sonreía entre labios con malicia." (pp. 177-178)

[Habla primero de las urracas y dice de ellas] "Las otras aves se van, pero las urracas se quedan siempre (...) Dicen los nombres de los muertos y los recuerdan sin pena. Unas a otras se narran las historias de los muertos. (...) Viven los hombres y envejecen; las urracas hablan y miran. (...) ellas narran tan sólo, y repiten los nombres de los muertos." (p.143) [Más adelante Alfanhuí es rescatado del frío y pasa unos días en una casa donde también hay una niña:] "en la caseta se le había pasado el frío y los sufrimientos y había contado largas historias a los serranos. Cuando llegó el día de marcharse, Alfanhuí se levantó de madrugada. La niña del serrano, que tendría unos diez años, estaba encendiendo el fuego y soplaba. Tenía un pañuelo por la cabeza, unas medias gordas y un delantal grana sobre su vestido negro. Alfanhuí salió a la puerta a mirar el día. La niña se puso a su lado. En el umbral, Alfanhuí oyó su voz por primera vez, porque no había dicho palabra en todo aquel tiempo:
-Oye, yo sé muy bien tus historias; cuando nadie se acuerde las sabré yo sola y no se las contaré a nadie.
Alfanhuí la miró un momento y preguntó:
-¿Cómo te llamas?
-Urraca." (pp. 149-150)

Y una última, hermosísima cita que nada tiene que ver con el fuego:
"Porque las mismas cosas tienen, en distintos días, distintos modos de acontecer y lo que ocurrió bajo la lluvia, sólo bajo la lluvia puede ser contado y recordado" (p. 196)

Alfanhuí, ladronzuelo de historias, historias que viven en el fuego y que se cuentan y se recuerdan en la lumbre, historias que arden en las palabras y los corazones. Preciosísimo libro que os recomiendo encarecidamente.
Saludos

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