Ella ha contado en dos de las tres sesiones un par de cuentos y luego hemos hablado sobre ello, también me ha visto contar y mientras iba anotando en su cuaderno dudas, cuestiones, comentarios... yo le estoy ayudando a ella a pensar sobre el hecho narrativo, sobre este acto único y maravilloso de compartir cuentos, pero también ella me está ayudando (y no poco) a pensar y pensarme. Está siendo una experiencia estupenda.
Además estoy recordando mucho de los primeros años en los que yo empezaba a contar cuentos: de los errores (que fueron muchos) y de los aciertos (que fueron algunos); de los procesos de búsqueda y reflexión; de las cuestiones que me surgían; de las lagunas que tenía y que, según iba avanzando en mi formación, en vez de achicarse parecían cada vez mayores; en verdad estoy recordando mucho de aquellos años en los que cada cuento era un regalo y cada sesión una aventura.
Hoy estoy agotado y no puedo escribir ni media palabra más, mañana prometo poner más información sobre esta propuesta de formación.
Saludos
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